martes, 8 de febrero de 2011

Visita sorpresa

Hoy me traen mi secadora nueva. En un país de lluvia infinita y sol escaso, la secadora es otra máquina infalible e imprescindible, al menos para mí, y tras varias semanas con la mía rota, ansío la llegada de la nueva. Pero a las diez ha sonado el timbre, y no eran los de la secadora, sino el afinador de pianos. Como la secadora es más importante que el piano, se me había olvidado que hoy venía el otro con su maletita de herramientas, a hacer "pling", "pling" durante hora y media. Como yo no noto si los pianos se desafinan, no es algo que me parezca imprescindible, pero este hombre, el afinador oficial de la familia, se ocupa siempre de llamarme y recordarme que al piano le toca otra vez su puesta a punto. Y cuando me llama vuelvo a pensar que no somos nadie, que el año musical se me ha vuelto a pasar otra vez sin enterarme de los altos y bajos del pobre piano.

Tras la correspondiente conversación (ya es la cuarta vez que viene, vamos cogiendo familiaridad), le pongo un cafelito con unas galletitas, y él se dedica a tocar tecla a tecla, a atornillar, a ajustar, y cuando acaba y me dice "ya está", yo pienso "bendito sea", pues una hora y media oyendo tecla a tecla "pling", "pling", hace que me alegre de que tardaremos un año en volver a vernos, no por nada, porque es un hombre de mundo y de mucha conversación y me cuenta que trabajaba en Steinway, la fábrica de la marca de pianos tan conocida para los que entienden del tema, pues yo anteriormente ni noción. Ese dato me lo ha contado hoy, y lo añado a los de los últimos años: vivió en Suráfrica, su mujer era holandesa (es viudo), y por eso se lleva bien con mi suegra, con la que hace gimnasia (esto ya lo sabía, pues es la que me lo manda), y está a menudo en la playita holandesa, me ha contado hoy también.

Cada vez que viene volvemos a repasar la vocación musical de la familia: "Sus hijas tocaban el violín y el violonchelo, ¿no?, y el piano su marido, ¿cierto?" Hoy he podido añadir que ellas solas, sin clases de piano, son capaces de tocar ya partituras sencillas. Al menos hace dos visitas que dejó de preguntarme que qué toco yo... a lo que me respondió que para enamorarse y tocar un instrumento nunca es tarde... una de mis frases favoritas, de las que voy coleccionando de la gente.

Pero los instrumentos son unos delicados. Empiezo a enterarme también cuando mis hijas cuentan que el frío no les gusta nada a los instrumentos de cuerda, lo que sufren con temperaturas bajo cero (lo mismo me pasa a mí), y cuando el instrumento ha de quedarse en el maletero un par de horas, ellas sufren.

La sesión de afinamiento concluye... Y mi secadora sin llegar.

[Nota posterior: Antes de irse, el afinador me ha preguntado: "¿Y usted sigue sin tocar ningún instrumento...?" En febrero de 2012 continuará]

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