miércoles, 23 de febrero de 2011

Somos la leche

Traten de explicarle a un extranjero lo que significa "la leche" en expresiones más allá de su significado normal, y se darán cuenta de que somos la leche. No hace tanto, en una cena con uno de mis grupos de alumnos, un hombre volvió a sacarme el tema que ya tocamos un día en clase: "¿Qué significa me cago en la leche?", así tal cual, me preguntó. Si en clase fue divertida la explicación, y más cuándo él me dijo que había oído también "Me cago en la puta", y yo ya sonrojé, pues aunque me parece de lo más normal del mundo que la gente diga estas expresiones, a mí no me salen mucho. Aquel día liquidé el tema como pude, y de manera ligerita, pues teníamos la lección sin terminar... solo por eso, por supuesto. Pero en una cena de tapitas, yo con una San Miguel en la mano, la respuesta toma otro cáriz. "Vamos a ver", expliqué, "en español, desde en la leche hasta en Dios, te puedes cagar en todo lo que te dé la gana". Me miraron con estupor. "Así que la leche no es nada", les dije,"pues además de en Dios, puedes hacer lo mismo además en la madre que te parió". A ver cómo explica una eso. "¿Y todo eso en un país tan familiar y tan católico?", preguntaron. Y yo les dije que precisamente por eso, que le perdemos el respeto a todo, mismo hasta a la leche.

Pero hace unos días, una prima mía me mandó una explicación de la palabra "cojones" en castellano, añadiendo que había pensado en mis alumnos al oírla. Y tanto. Tras escucharlo todo pensé que si les tuviese que explicar las muchísimas acepciones de esta palabra, además de no enterarse, sería no solo un curso de "palabrotas para el nivel avanzado", sino una prueba de la destreza en la lengua, pues una expresión mal usada y quedas en evidencia: no puedes decir por ejemplo "Yo cago en leche",  o "cago leche", y encima como profesora te tocaría decir "A ver, repite por favor: ME cago en LA leche". Así, o les encantaría la lengua más aún o tirarían la toalla directamente. Yo no valdría para dar ese curso, de la risa que me producen estos fenómenos lingüísticos, pues habría que explicarlo con el rigor científico que merece. Tras volver a escuchar la explicación, me río ante expresiones como "valía un cojón, tiene dos cojones, me importa tres cojones, mil pares de cojones, tener cojones (valentía), ¡tiene cojones! (sorpresa), puso los cojones encima de la mesa, te corto los cojones, me toca los cojones, se toca los cojones, tócate los cojones, acojonado, descojonado, cojonudo, cojonazo, de cojones (como el frío que hace estos días aquí), lo haré por cojones, estoy hasta los cojones, cojones grandes y bien plantados, ¡Cojones!, ¡Manda cojones!, ¡Me sale de los cojones!", y más...

Cómo lo más difícil de una lengua es dominar todas estas acepciones de una palabra tan rica en su uso, me imagino que si tuviese que explicar todo esto no me valdría una cervecita sino que necestaría un whisky doble. Y mucha paciencia...

1 comentario:

  1. Bueno, este tipo de entradas te puedes imaginar que me gustan mucho. Lo de las acepciones de la palabra "cojones" es divertido y más cuando lo explicas filológicamente en serio. Lo de la leche es algo similar y no somos conscientes, como dices, de la riqueza de los usos coloquiales y menos de los porqués. Me gusta eso que dices de que en español te puedes cagar en todo, es cierto. Por cierto, igual que te cagas en la leche, que supongo que será la que te ha dado tu madre o la leche como fuente de vida, te vas de un sitio "cagando leches" y aquí adquiere el valor de "lo más deprisa que puedas".

    ResponderEliminar