domingo, 6 de febrero de 2011

El derby que no hubo de ser

Ayer por la tarde, según acabó la ronda de meditación en mi barrio (ver post anterior, al que añado que vinieron 400 personas de todas partes hasta uno de Egipto, muchos holandeses, polacos, y la "meditadora jefa" era una americana que vino desde Nuevo México para la ocasión), ocurrió algo nunca visto en Hamburgo: se anunció la cancelación del derby previsto para hoy entre el HSV y el St. Pauli por la lluvia que ha inundado el estadio del HSV, cuya hierba, recién puesta y arreglada por 100.000 €, no ha soportado la que lleva cayendo desde hace dos días, y ha acabado completamente anegada.

Tras llevar semanas los medios de comunicación calentado los ánimos, parece inaudita la noticia. Ver lluvia en Hamburgo no es nada nuevo, ver el otro día en St. Pauli tal despliegue policial que parecía que el partido iba a empezar ya mismo, tampoco, y la lluvia que comenzó a caer el jueves por la noche con aires huracanados, cayó y cayó como aseguro que solo puede caer en Hamburgo (a mí no me consuela que llueva en otros sitios: cada uno se queja de lo suyo), y se cancela uno de los eventos deportivos del año: el partido de vuelta del derby celebrado en septiembre pasado en el estadio de St. Pauli.

Los jugadores están molestos, ya que deseaban la llegada del día. Los fans también. Anoche, al conocerse la noticia, hubo más que palabras entre los seguidores de uno y otro equipo: palos, botellazos y destrozaron un coche de policía, acabando algunos en comisaría. Y tras un clima distendido antes del partido, hoy los ánimos lanzan ataques verbales que seguiran durante unos días, sobre todo de parte del St. Pauli que critica que cómo se les ocurre cambiar el cesped justo esta semana, pues los trabajos los concluyeron el viernes por la tarde. El HSV se defiende diciendo que esas 48 horas de lluvia tienen la culpa, y les reprochan a los otros no ofrecer habitualmente ni siquiera un campo en condiciones y que no son los más apropiados para criticar.

Y al enfado de muchos se suman los gastos inutiles pues iba a ser la primera vez que iban a retransmitir el duelo en pantallas gigantes en el estadio de St. Pauli. Se esperaban a unas 12.000 personas y estaba todo instalado. Todo el mundo esta cabreado ahora. Mucha gente viene de fuera también a estos partidos, como a los fines de semana de meditación de mi barrio.

El St. Pauli acusa de chapuceros al HSV, pues ellos mismos pudieron entrenar en su propio estadio ayer, y el HSV se defiende con datos en la mano: mientras que en otros meses de febrero la media de precipitación por metro cuadrado es de 42,2 litros, el viernes y el sábado juntos cayeron ya 80 litros.

Y sigue lloviendo, y ya van tres días seguidos, y a mares. En fines de semana como éste, en el que a la calle solo salen los que tienen que sacar al perro, y estos por obligación, yo me alegro de que miles de otras personas se enfaden por la lluvia, porque mi sensación habitual es que yo debo ser de los pocos a los que les molesta. Para que luego digan los hamburgueses que el clima no es tan importante, no... Esta vez ha conseguido lo inimaginable. Mañana se dará a conocer la nueva fecha para el partido, que parece que será el 16 de febrero. A mí me gustaría que anunciasen de paso cuándo va a dejar de llover, y cuándo vamos a ver el sol. Solo por saber, no por otra cosa.

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