domingo, 28 de abril de 2013

Arquitectos con dos alas

Interesante artículo el que acabo de leer sobre la manera en la que los pájaros construyen sus nidos. Uno se imagina que ponen ramitas una encima de otra hasta que les sale el nido simple y redondo que todos tenemos en la imaginación. Pues no; en el mundo de los arquitectos con alas el que mejor construye, es que se lleva a la chica al nido, y el que más procrea con ella. Por eso, salvo las chapuceras palomas, que, como se multiplican sí o sí, hacen nidos simples, el resto se lo curra bien.

Un estudio de la Universidad de Granada ha dado resultados fascinantes. Los gorriones, por ejemplo, son unos buenísimos decoradores. Tras construir nidos redondos con tejado, llevan plumas para hacer el interior más mullidito y acogedor. Mientras transportan las plumas en su pico, llaman a sus parejas para que les vean en la labor. Está demostrado que cuantas más plumas lleven, más huevos podrá la hembra. Ellas confían de buen grado en los buenos decoradores.

Otros cuidan más el estilo de la construcción, como ciertas golondrinas, que van pegando poco a poco bolitas de barro a una pared hasta que forman una media esfera con un agujero para entrar. Otras especies construyen durante más de un mes su nido con musgo, paja, y telas de araña, con entrada lateral y todo, con paredes de tres centímetros de grosor, para que no entre el frío.

Sea como fuere, el estudio indica que ni para el interior ni para el estilo arquitectónico del nido la clave sea la funcionalidad sino en el ligoteo. Los pájaros construyen y atraen a las hembras con su canto. Pero ellas no son facilonas: inspeccionan bien la obra en cuanto a su estabilidad y tamaño. Los chapuceros no ligan, vamos. Y por lo visto los pájaros no nacen arquitectos sino que cada año tienen que demostrar sus habilidades de nuevo, y parece ser que en épocas de reproducción se esmeran más.

Qué curioso todo esto. Los humanos no son muy diferentes. Cuántos pájaros se llevan a la hembra al nido de ladrillo, y procrean y son felices hasta que él (o ella, vale) dejan de esmerarse año a año. A cuántas pájaras les construyen un palacio sin habérselo currado ellos honradamente y ellas dicen haber tenido sus reticencias, pero que bueno... a un buen nido nadie le hace ascos. Cuántos pájaros siguen juntos unidos por el lazo del nido, de la hipoteca y el qué diran.

Yo he deshecho mi nido en unos días y me lo han quitado de las manos en una semana. Otras familias han visto en él su lugar perfecto para seguir procreando en una vida ideal. Pero al final no es cuestión de arquitectura sino del tesón y el esfuerzo diario, y no del canturreo sino del trabajo en equipo. A los pájaros les sale bien la jugada pues lo importante es procrear, y cuanto más mejor; pero la naturaleza es sabia y les vuelve a poner a prueba cada año. Eso me parece una genial idea.




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