jueves, 18 de abril de 2013

Una mudanza cualquiera

Todas las mudanzas son iguales de pesadas e interminables. Llevo ya unas cuantas en mi vida, y la sensación no mejora. Sí mi perspectiva, dada por la experiencia y los años, que indudablemente nos curten. Ahora mismo debería continuar al menos dos horitas más, y sin embargo me he metido en la cama y escribo un par de pensamientos antes de dormirme:

1. Estoy reventada
2. Levantar toda una casa con críos es una misión descomunal
3. En Alemania se trabaja igual de chapuceramente que en otros países. Los de la mudanza se ha reservado el derecho de retrasarme la mía a 2 ó 3 horas más tarde. Me he quejado pero les da igual. De qué me quejo si lo van a solucionar todo, dicen.
4. No siento ni un ápice de tristeza por irme de la casa en la que he vivido los últimos 6 años, y eso es buena y mala señal: buena de cara al futuro y mala de cara al pasado. Pero a quién le importa el pasado ya.
5. Por eso, que los malos momentos se queden todos aquí. Es hora de iniciar una nueva andadura sin lastres.
6. No pienso mudarme en los próximos 8 años mínimo.
7. Mañana será otro día de una mudanza normal, pero ya el día del cambio y el fin y el comienzo de muchas cosas.
8. Necesito descansar. De todo.

Ahora ya sí que sí.


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