domingo, 21 de abril de 2013

El mejor de los sueños

Esta mañana me desperté temprano, y enseguida pensé: ¿y qué leches he soñado yo esta noche? Y nada, no recordaba nada. Por un momento me dio rabia pues tanta gente te dice aquí que lo que sueñes tu primera noche en tu nueva casa, se cumplirá. Antes de dormirme recapitulé todo lo que me gustaría soñar y que se cumpliera, que no es poco, y ya puestos a pedir... Pero qué más da no acordarme, pensé, pues tampoco tuve pesadillas, que no es poco. Además, hoy he vuelto a constatar lo afortunada que soy.

Si vives en una ciudad fuera de tu país, sin tu familia, es inevitable no pensar a veces en lo solo que estás. Esa sensación la he tenido a menudo los últimos meses. Cuando además tomas decisiones que van contra la norma, a veces notas que ciertas personas se distancian de ti, y eso duele. Estos últimos 3 días han sido muy emotivos. El jueves vino la profesora de violín de mi hija a echarme una mano, o las dos. Insistió tanto ofreciéndome ayuda, que le dije que viniese a ayudarme a hacer cajas. Estuvo conmigo gran parte del día, y empaquetó muchísimo. Me pareció increíble que alguien con quien no tengo una relación personal, pero por la que siento una gran admiración, haya dado ese paso tan personal hacia mí. Ayer por la mañana vino un gran amigo mío de los de toda la vida, a ayudarme. Es español. Le conocí en el banco en el que trabajé, y él y su familia son como familia para mí. Yo no quería estar en el momento de la mudanza sola y le pedí que viniera y me ayudó un montón con todo, física y moralmente. Al mediodía se nos juntó mi otra amiga de toda la vida aquí, otra española. Ella me dijo días antes que vendría con la comida. Nos trajo una lasaña riquísima y de postre tiramisú. Menudo menú tan espectacular para un día tan caótico como es el de una mudanza. Luego siguió colocando cosas conmigo: me dejó un montón de cajas quitadas cuando se fue. Y hoy han venido otra amiga, alemana, y su hija. La niña es la mejor amiga de mi hija mayor desde que tenían 2 años. Y la madre y yo nos llevamos fenomenal. Aquí han estado un montón de horas y hemos avanzado más de lo que imaginé para el día de hoy, además de sentirme de nuevo, como en los últimos días, muy arropada, y con energías renovadas gracias a todos ellos en momentos en los que me faltaban las fuerzas.

Así que qué más da lo que soñé la noche pasada. Lo importante es que no estoy sola.

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