viernes, 22 de marzo de 2013

Los jueves

[Anoche, por caprichos de la Telekom, que me dejó sin internet, no pude publicar esto, y por eso lo hago ahora, viernes.]

Mi hija pequeña, con una de sus filosofías de las siete y cuarto de la mañana que me dejan siempre patidifusa, me ha dicho que considera los jueves completamente superfluos, que el jueves es un día tonto entre el miércoles y el viernes. Estas cosas tan ocurrentes tengo que anotarlas, me digo siempre, y por eso lo cuento en este medio, para que no se me olviden.

El caso es que cuando la recogí a la una del colegio, salió desbordante y toda emocionada por lo que habían hecho. Habían jugado al baloncesto en sillas de ruedas. A mí me sorprenden las cosas que hacen aquí en el colegio. Ha ido al cole un parapléjico que está en silla de ruedas tras haber sido empujado por el amigo de un amigo desde un balcón. Estuvo en coma varias semanas. Era un futbolista con futuro por delante, truncado por el accidente. Ahora juega al baloncesto en silla de ruedas y va por los colegios. No conseguí sacarle a mi hija cuál era el mensaje de la visita: si un "no tengas malas amistades", o "de todo se sale", o qué se yo. Ella le preguntó si se acordaba de cómo era su vida cuando andaba, a lo que él respondió que no piensa en ello pues se conforma con haber vuelto a la vida tras el accidente. Tiene 40 años y desde luego que ha calado mucho en el colegio, o al menos en mi hija.

Como no paraba de contarme le dije que entonces los jueves no son superfluos. Me dijo con su aplastante lógica que eso podía haber ocurrido un martes o un miércoles igualmente y que no cambiaba de opinión. Tampoco hace falta.

Yo sigo pensando que los jueves son un gran día. A mí siempre me han gustado, por el contrario, y no sé por qué. Porque ves al fin de semana llamando a la puerta. O porque como en la tarde de hoy quedas y te lo pasas bien. He tenido una cena muy agradable con uno de mis grupos de clase, y ha sido uno de esos momentos en los que te reconocen tu trabajo y eso siempre es maravilloso. Así que los jueves no son superfluos, sino que hacen mucho bien, mostrándote que tu vida puede cambiar de un día para otro dándote otras cosas, o que tu día a día tiene sentido.

2 comentarios:

  1. En mi casa es Diego, el pequeño de 8 años (en mayo los cumplirá) el filósofo. El tiempo es una de sus preocupaciones objeto de reflexión continua. Un día me dijo que no entendía muy bien qué hacía él ahí, que podía haber estado en otro sitio y que quién era él o por qué él era él y no otro, o sea, que estaba meditando sobre su propia existencia y que podría estar en otro sitio u otra época.
    Hoy, hace una hora, antes de dormir, me dice que todos los días tienen muchas cosas que se repiten, pero me puso ejemplos de cosas que no se repetían siempre (como el hecho de discutir con su hermano) así que le contesté que hay cosas que no dejan de repetirse y otras que un día ya no se repiten más y otras que comienzan a repetirse de repente. En fin, un lío.
    Los hijos son un fuente de sabiduría y no dejamos de aprender con ellos a ver la vida desde otra perspectiva.
    Un abrazo.

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  2. Madre mía, qué filósofo, ¡me encanta!! Ese niño debería estar en la Grecia clásica meditando con Platón o Aristóteles... Su reflexión es la quintaesencia de la vida, un posterior "qué leches hago en esta vida cuando podría estar en otra". Qué siga. Ese niño promete.

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