Los días son a veces tan largos que dan para todo, hasta para cambiar tu estado civil de casada a separada. La mitad de la mudanza se ha hecho, y con buen rollito, que somos personas civilizadas. La otra mitad se hará entre semana, que será cuando salga yo de la casa.
Si digo buen rollito es porque pensaba que los cuatro de la empresa de mudanzas habrán visto otras separaciones peores. Tras haber pasado varios días repartiendo todo, esto para ti, esto para mí, ups, esto lo quiero yo también, ok, vale, llévatelo, puedo decir que seguro que hay parejas que batallan por una silla o un plato. Nunca ha sido mi intención, así que hemos pasado el trance de manera pacífica. También el de hoy. Tras hacer todo lo que tenía que hacer para la mudanza, me puse a planchar. Probablemente cuando me vieron los de la mudanza planchando las camisas del marido que estaba recogiendo sus bártulos para irse, debieron sorprenderse.
Y es que el momento de la separación no es el peor, sino todo lo que ha pasado anteriormente hasta llegar ahí. Por eso se planchan las últimas camisas y todavía da tiempo a pasar la otra mitad del día como persona separada ya. Todavía hemos cumplido con nuestro rito de cada viernes, y hoy jueves por ser víspera de festivo, y hemos visto una película que no podría haber sido más adecuada. Sí que debo estar mal, pues he llorado con una película de Disney, pero es porque no podía ser más adecuada para el día de hoy. Mientras estoy escribiendo este post se me cierran los ojos. La peli viene a decir que nunca es tarde para perseguir tus sueños aunque quizá debiste ir antes a por ellos. Así que apago la luz, pues de momento más no puedo hacer. Eso sí, entre la frase anterior y ésta me he dormido un buen rato. Cambio y corto.
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