viernes, 1 de julio de 2011

Falacias "anti"

Qué fácil resulta en Europa declararse antiamericanos, criticarlos en todo, y luego copiarlos. Lo de montar en Madrid un paseo de la fama me parece algo innecesario y supérfluo, por mucho que el dinero venga de Loterías del Estado. Por supuesto que los homenajeados se merecen una estrella y más, pero no entiendo que haya que copiar esta forma de homenajearlos. Me molesta además que sea en la zona mejor de Madrid para ir al cine, con una proliferación de salas tan grande como las que juntan el cine Alphaville, los Renoir, y los Princesa, todo en la zona de Plaza de España. Como suelo ir por ahí, las veré y pisaré aunque no quiera.

Desde años me llevo sorprendiendo de lo bien que se ha copiado en España la estética america de sitios artificiales como Heron City a las afueras de Madrid, o los outlets, o que se introdujese el Starbucks muchísimo antes que, por ejemplo, en Alemania. Aquí dijeron de abrir un Hard Rock Cafe, y no prosperó el proyecto. Y hay menos franquicias americanas que en España.

Pero las hay. Hoy mismo yo he caído en la trampa. Sin saber a dónde me dirigía, mi hija me pidió, dado el estado de gracia de vacaciones en el que nos encontramos, ir a una tienda que hay muy lejos de mi casa, a la otra punta de Hamburgo, y eso significa una hora ida y otra vuelta, a una tienda de la que solo existe ésa, no solo en Hamburgo sino en toda Alemania. Chavales de su insti llevan ropa de esa marca, y le gusta, me lleva diciendo meses. Me dejé convencer, y fuimos. Nada más ver la tienda pensé "¿pero esto qué es?". Entras en un sitio que parece Hawaii, con esa estética, tipo cabaña pija, y te saluda una chavalita joven en chanclas y pantalón corto "Hi..." y una frase en inglés que no entendí pero que debió ser "Bienvenido a ...". La tienda, oscurísima, me hizo sentir ganas de tener las gafas que todavía no necesito, pero que no faltarán en breve, según he visto hoy, si además vas como madre de jovencita por sitios así; la música estaba a todo meter, y chavalitas y chavalitos con dinero en el bolsillo o con madre acompañante con él en el bolso, buscaban la moda para el veranito: todo muy californiano, esa estética de college girl, de surf de fin de semana. Mucha oscuridad, mucho estruendo, pocos probadores (cola), pocas cajas (más cola). Salí espantada tras una hora de oscuridad y ruido, diciéndole a mi hija que no vuelvo, pero gastamos, claro, que para eso habíamos ido hasta allí.

Mi amiga, que vive cerca, me contó que cuando abrieron había colas para entrar. En alguna parte leí que viene gente de toda Alemania a comprar a la tienda. Debe de haber gente que diga "por fin" cuando se entera de que ciertas marcas o franquicias vienen, pero a mí me sigue dando mucho placer ver las cosas genuinas en su país de origen, algunas son trasladables, como el McDonalds, universal ya, pero otras me causan espanto, como este espectáculo californiano en pleno centro comercial cuyo nombre, Elbe, como el río de Hamburgo, resulta tan fuera de lugar como ese paseo de la fama en Madrid, que me parece rancio y hortera en Madrid. Probablemente se llene esa zona de cines tan maravillosos con gente que irá a ver las estrellas, y no a ver películas. No, si tenemos lo que nos merecemos y todos caemos.

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