domingo, 24 de julio de 2011

Madrid en verano

En Madrid se pueden hacer muchas cosas todo el año, eso es evidente, pero a los que piensen que Madrid es un lugar insoportable en estío les digo que no, que es una buenísima ocasión para visitar la ciudad. No es como antes, cuando en agosto se quedaba vacía la ciudad con un cartel invisible de "cerrado por vacaciones". Desde que la gente es más flexible y no necesita irse siempre en agosto de vacaciones, o el dinero no da para irse un mes fuera, me da la sensación de que nada se paraliza, y menos la vida cultural. Otras ciudades europeas se convierten un hervidero de turistas: Paris, Praga, Florencia, Barcelona también. En Madrid hay turistas pero nunca tienes la impresión de que la tomen, y el metro no va lleno de masas con guías en la mano. Y sin embargo tenemos también nuestro Prado, Thyssen y Reina Sofía, nuestra Plaza Mayor y nuestro Palacio Real. Ir al Retiro, y verlo tan lleno de madrileños me da mucho gusto. Ir al Thyssen y ver la exposición llena de "turismo" nacional también. Y Madrid recibe bien a los visitantes y no los agobia. De eso se encargan los rateros: hoy he leído que muchos extranjeros inician su visita a Madrid con una visita a la comisaría de centro, a la que acuden muchos a los que roban el dinero y los papeles nada más llegar. Hablaba el artículo de que la labor que tienen que realizar es la de animar a la gente a que disfruten de sus vacaciones a pesar de todo... Triste empezar una visita así a una ciudad que ofrece tanto, y que recibe a los turistas de una manera tan natural como Madrid, y sin hacer un alarde especial de ello como hacen otras ciudades, pienso.

El verano es un buen momento incluso para los del lugar para descubrir su ciudad, e ir a esos sitios a los que querían ir siempre. Qué tal por la modernidad llamada Fuencarral y que a mí tanto me gusta, esa calle ahora (o ya un tiempo) peatonal, y que es un buen lugar para darle un buen repaso a la tarjeta de crédito, y volverse modernísimo. Al que no conozca la calle Augusto Figueroa con sus muestrarios de calzados que a mí me dieron a conocer unas americanas hace 20 años porque venía en su guía, y de la que soy asidua cada visita a Madrid, les recomiendo ahora que añadan un punto nuevo a la visita: el Mercado de San Antón, reconvertido a la modernidad. Lo mismo hizo el de San Miguel hace un par de años, pero a mí me parece que con todo lo bonito que quedó, se ha quedado en un "guirilandia", un sitio bonito que viene en la guía y donde tomarse algo a precios muy europeos, o incluso más que eso. El Mercado de San Antón no es para hacer la compra semanal para una familia, eso tampoco, pero sí para darse un caprichito, ir y disfrutar, comprarse algo, tomar algo, y llevarse algo especial para casa. Arriba en el tejado tienen una buena terraza donde pedirse algo viendo los tejados de Chueca, el barrio gai de Madrid, y que a mí me encanta, por la mezcla de todo que tiene. 

Imposible no tomarse algo en la infinidad de terrazas que tiene la ciudad en verano, por todas partes, y muchas en lugares que animan a pararse. A mí me encanta hacerlo hasta sola, pedirme algo y ver a la gente pasar. Para ello Madrid tiene lugares estupendos: Recoletos, la zona de Bailén y la Latina.

Y como colofón final nuestro arte. El otro día vi la exposición de Antonio López en el Thyssen, y me quedé maravillada. Acudan todos en masa, no se lo pierdan, y no se molesten por las multitudes que acuden a la que será sin duda la exposición del verano. En realidad yo le iba a decicar el post de hoy a la exposición, pero como he decidido volver a verla antes de regresar a Alemania, lo haré en ese momento. No es desdeñable el hecho de que se le haga una retrospectiva de tal calibre a un pintor vivo. Se suele decir que España no honra debidamente a sus genios. Sepamos apreciar cuando se hacen, y disfruten como yo lo hice de esos cuadros de Madrid que demuestran que nuestra ciudad es fea, para qué vamos a decir otra cosa. Nuestros barrios tienen el "encanto" que sale en los cuadros de Antonio López, al igual que muchos otros objetos que pinta en su cutrez. Pero eso será otro post. Ahora pienso en el cuadro de la Gran Vía suyo tan conocido. Y me acuerdo mientras estoy ya en tierras valencianas, viendo palmeras y naranjos, tras haber dejado atrás otra vez por unos días esa jungla de asfalto tan encantadora llamada Madrid.

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