martes, 4 de junio de 2013

Improvisando

A veces no sé ya ni en qué día vivo. Da igual que sea enero o junio, siempre tengo alguna liada por el poco fiable sistema escolar aquí. En teoría mi hija pequeña sale del cole los lunes y los martes a la una y media en vez de a la una, pero ayer y hoy, sin previa información a los padres, me la han soltado a la una. Y mañana la otra no tiene cole. Aquí, cuando en el instituto hacen los exámenes finales del último grado, cierran el cole ese día o esos días y se dedican solo a los alumnos a los que atañe la cuestión. El resto en casita. 

Así que volví ayer de mi visita sorpresa a Madrid, recordando colegios en los que los niños salen a las 5 de la tarde, pues fui dos tardes de acompañante a recoger niños. El panorama es completamente diferente delante de un colegio alemán, ya que aquí no hay jamás tanto adulto esperando. Hay unos pocos y no el tumulto que se organiza en España. Aquí los niños van y vuelven solos ya con seis años, algo que sigo sin comprender. Que les pongan deberes es nocivo pero eso no. También me encontré a mi vuelta con una competición deportiva en el cole de mi hija pequeña en lo que lo importante no es participar, sino que no te vuelvan a dar por cuarto año consecutivo un papelito que avala que has participado pero que no reconoce ningún mérito deportivo de nada y que vuelve a mosquear al crío.

También me encontré con que por segunda vez me han vuelto a cancelar una firma ante notario. Vender una casa no es fácil, y la gente no es formal ni aquí ni en ninguna parte. Uno no está obligado a comprar si no quiere, pero si dos veces esperas a menos de 24 horas para cancelar la cita alegando  motivos extraños, al final te sientes estafado, en Alemania o en Japón. 

Si al menos todavía tienes muy presente lo bien que te lo has pasado en un fin de semana tan diferente, cuando todavía hay curso con las tonterías habituales; o también el equipo de tu padre ha subido a Segunda B, tras 71 años en la liga regional y has ido con toda la familia para verlo; si has disfrutado mucho en una mañana en la Feria del Libro de Madrid, y si te has llevado un par de buenos libros y con firma y has hablado con los autores; y si el motivo verdadero, que fue un 70 cumpleaños, resultó ser un estupendo día de fútbol y comida familiar en la sierra, vuelves con la sensación de que la rutina está muy bien para saber que lo importarte no es eso ni tampoco el cabrearte por tantas tonterías sino esos momentos únicos e irremplazables. Hay que hacer cosas "raras" para saber que lo raro es si no las haces, porque vivir es fácil, pero sobrevivir no.

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