martes, 25 de junio de 2013

El poder de los idiomas

Ayer perdí algo de sueño por ver a trozos la rueda de prensa que dio Pep Guardiola en su presentación oficial en el Bayern München. Había leído algún titular o noticia sobre su alemán, y quise comprobarlo. Patidifusa me quedé. No solo se presentó en alemán sino que, más difícil todavía, respondió preguntas que le formulaban en el idioma germano. También le oi hablar italiano, que a mis oidos sonaba perfecto. No es un caso normal que un entrenador aprenda tan bien el idioma de su país de trabajo, aunque queden ejemplos como Cruyff.

Si uno se pone como lo ha hecho Guardiola, seis meses, dale que te pego, con una profesora particular, se aprende alemán, chino o lo que sea, y salvo aprender alemán y ver partidos del Bayern, ah, y cenar con Woody Allen, según le recordaron en una pregunta, no parece haber hecho mucho en su año sabático en Nueva York (quién pillara un año así). Pero no hay que quitarle su mérito y voluntad, pues hay que querer aprender un idioma, y hacerlo significa trabajo y tesón, por mucho que digan.

Yo pongo firmes a mis alumnos más de una vez recordándoles que yo no creo en el Espíritu Santo, y que incluso la gente que pilla los idiomas fácilmente, tiene que aprenderse verbos irregulares, vocabulario, y practicar un montón. Pero repito que la volutad es lo importante. No es solo ponerse, sino mantenerlo y continuar, y no tirar la toalla demasiado rápido, como hacen muchos.

Seguiré los progresos de Guardiola en su alemán con detenimiento. Los del Bayern no me interesan, pero sí los del idioma. Con eso se ganó ayer mucha simpatía en un país que no te regala nada de ella si no muestras esfuerzo. Pero, ¡cuántos alemanes hay que viven en Mallorca y otras partes de España sin apenas saber español! Puedes residir donde quieras o te dejen, pero si no hablas el idioma del país, vivirás en una burbuja y te perderás la esencia del lugar. Y luego hablan de problemas de integración de los inmigrantes sin estudios o en barrios marginales en Alemania. Los mismos barrios, pero guetos de lujo, los forman los alemanes en el extranjero y no aprenden el idioma tampoco. Yo lo viví a mi paso por Bruselas. La colonia alemana no estaba nada integrada en la vida belga, y lo hacían todo en alemán: médicos, clases para sus hijos, todo. Y a mí, que iba a clase de francés y neerlandés, me decían que no hacía falta, que con inglés podías vivir bien. Pero entendiendo la vida a tu alrededor vives mejor, añadía yo.

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