jueves, 20 de junio de 2013

Efecto discurso

Ayer fue el día más caluroso del año. Ya nos lo anunciaron por la mañana. Aquí es así: "Es hoy", te dicen, y te lo crees. El termómetro de mi coche marcaba 34° C y con la sensación de humedad tropical que tenemos aquí eso es muchísimo.

Obama sudó la camisa blanca pero bien, en su discurso con la Puerta de Brandemburgo detrás. Estuvo 24 horas en Berlín, en el día más caluroso. Las visitas de presidentes americanos siempre recuerdan en Alemania a la que hizo Kennedy y durante la cual pronunció aquella frase de "Ich bin en Berliner", 'soy un berlinés', que supuso un grito de libertad para los habitantes de la ciudad, que sufrían el aislamiento. 

Estos días se han cumplido 50 años de aquel discurso y la fecha de la visita parece estar escogida adrede, y ésta se ha realizado con unas medidas de seguridad que han dejado a la ciudad blindada; Obama ha pronunciado su discurso con un cristal delante; no ha visto ni oido las protestas contra Guantánamo en manifestaciones en otras partes de la ciudad. Como tampoco tenía tanto que decir, habló sobre una futura reducción de armas nucleares. Con eso seguro que quedaba bien, le debieron decir sus asesores. Nada de Guantánamo u otros temas de derechos humanos y sociales que interesan mucho más en Alemania (y en el mundo), o del control de datos en internet.

Tras un tormentón anoche que apaciguó la atmósfera tropical, hoy han vuelto a subir las temperaturas. Será el segundo día más caluroso, pues a tanto como ayer no llegaremos. Pero Obama ya se fue, y las palabritas e himnos resuenan en el aire, pero el efecto durará como lo poco que sabemos aquí que nos dura el verano de verdad.

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