viernes, 21 de junio de 2013

A la isla de las islas

Hoy a comenzado el verano. Lo digo bien alto pues todavía, a las 11 de la noche se ve claridad en el cielo. Es un día que me pone algo melancólica pues a partir de hoy comenzaremos a perder luz del día para entrar en la noche tan larga que tenemos aquí a partir de octubre.

Pero no pensemos en ello sino en la de miles de turistas alemanes que van camino de las playas españolas. Hoy el aeropuerto estaba lleno y el vuelo a Mallorca iba hasta la bandera. Estos días salen infinitos vuelos a la isla favorita de los alemanes. Mis hijas ya han llegado allí y yo tengo curiosidad de que me narren sus aventuras vacacionales en España, que esta vez son a la manera alemana, y no a la manera auténtica como lo han hecho hasta ahora: en un barrio de lo más normal de Madrid, un pueblo extremeño sin más guiris que ellas, y playita con españoles, es decir, yendo en familia (grande), con sombrilla, nevera, y totalmente equipados. A los alemanes les llaman la atención los grupos familiares tan grandes que se ven en las playas españolas, de tres generaciones. Eso no se ve aquí. Y luego les sorprende que desaparezcan todos en bandada para irse a comer y a echarse la siesta.

Creo que mis hijas se van a encontrar en Mallorca con alguien que conozcan. Estos días me han narrado de chicos y chicas de sus respectivas clases que van para allá, y son muchísimos. Hoy me decía mi pequeña que no van a tener sitio en la playa para poner la toalla. No he querido asustarla con las historias que se cuentan de que los alemanes ponen a las ocho de la mañana las toallas en las tumbonas del hotel para reservarlas. Que comprueben ellas qué clichés son verdad o cuáles habladurías. Pero en el aeropuerto, ella misma me decía también toda guasona por algo que le hice una vez que ya me meterá en el asilo, ya... Se le notaba el despiporre que sentía al decirlo. Supongo que ella misma decía esto desde su perspectiva española aderezada con los esquemas de su vida alemana. Ella y su hermana se ríen muchas veces de las dos culturas, de lo muy diferentes que son. Por eso, qué mejor lugar para sentir lo que son que en Mallorca, donde mirarán extrañadas a sus compatriotas, y comprenderán a los habitantes de la isla, en su idioma y costumbres.

Qué ganas de oír las historias...

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