jueves, 23 de mayo de 2013

Estamos que nos salimos

Vengo notando de un tiempo a esta parte un optimismo y orgullo fuera de lo normal para este país. Los alemanes siempre han sido conscientes de no caerles bien a gran parte del mundo, pero les daba igual y lo compensaban con hacerse los simpáticos con tecnología alemana, ingeniería e inventos, como la Aspirina y la Nivea. Pero cada vez oímos más los alemanes, y ahora me incluyo yo, por haberme asimilido hasta con pasaporte, que Alemania es admirada en todo el mundo. Y justo ahora acabo de leer una noticia que dice que es el país más apreciado en el mundo y el que mayor imagen positiva proyecta, por delante de Canadá, Inglaterra y Japón, a los que han desbancado.

Ayer vi en las noticias un reportaje sobre lo positiva que se ha vuelto la imagen de los alemanes en Inglaterra. Ahora que la final de la Champions es plenamente alemana y en Londres están preparando su estadio más emblemático para tal evento deportivo, la única broma que se gastan es que seguro que los alemanes reservan los asientos en el estadio poniendo toallas en ellos por la mañana, como es sabido que hacen en los hoteles de la costa. Hasta hace bien poco eran muy normales las fotos de alemanes con insignias de la guerra, y las típicas analogías con el pasado. En Inglaterra se celebra lo alemán, contaban, en típicos bares de estilo bávaro, en el que los clientes se visten como si fuesen a la Fiesta de la Cerveza de Múnich. Y yo he visto con mis propios ojos en Londres mercados de Navidad al estilo alemán, en los que vendían además el vino caliente y Bratwürste, las salchichas.

Hoy he oído en la radio un anuncio que me ha dejado estupefacta: primero alaban los logros de Alemania diciendo que todos nos admiran, para terminar diciendo que ya hasta en Broadway les ponen la alfombra roja. Y es que el musical Rocky, que arrancó en noviembre pasado en la Reeperbahn de Hamburgo, la calle de teatros, musicales, pero también de prostitución y locales en cuyo rótulo predomina la palabra "sexo", va a ser llevado a Nueva York. Es una producción alemana, y Broadway la quiere tal cual, y hasta ahora solo ha sido estrenada aquí en Hamburgo.

Y yo, que le pido algo más que ingeniería y musicales a la vida, me sorprendo de tanto orgullo tan repentino. Tampoco la imagen con la crisis es tan buena, y Alemania no tiene nada que ver con el paraíso. Para eso le falta sol y color, pues aquí la vida es gris. No lo digo de broma: yo siempre digo que aquí la vida es en blanco y negro, pues el clima no da para más, y días a color tenemos pocos. Eso sí, cuando los hay son espectaculares.

Me pregunto quién escribe esas noticias y si a pesar de tanta "alegría" que tienen en el cuerpo, todos los eufóricos no ven que aquí hay muchas cosas que no funcionan tampoco, como en todos los países. Aunque ahora recuerdo que mi hija pequeña hoy ha vuelto del cole diciendo que como la profe estaba mala han ido a la clase de al lado, cuya profesora les ha puesto a buscar orugas por el patio para que las pusiesen en los árboles, para que así salgan mejor las mariposas. La hermana al oírlo se empezó a reír a carcajadas, y dijo "vaya, hasta ahora la madre naturaleza no ha sabido hacerlo sin esa ayuda". Pues lo mismo digo yo. Ahora va a resultar que nadie ha inventado musicales, o creado coches, o que nunca dos equipos de un mismo país han llegado a una final deportiva. Pero tendremos que creérnoslo además, por si acaso.

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