domingo, 18 de noviembre de 2012

A pesar de todo vengan

No se sulfuren si viajan por Alemania y chocan con las intransigencias de la mentalidad. También me sulfuro yo, y llevo media vida aquí, pero acepto todas estas cosas como lo normal. Por ejemplo, si se quieren tomar un vinito alemán en los bajos del preciosísimo ayuntamiento de Bremen, y esperan a ser sentados. Una correcta camarera te dice que mirará, que todas las mesas están reservadas, y al final te coloca en una diciéndote que a las siete y media tienes que desalojar, pero no te incomodas pues faltan 40 minutos. Entonces vendrá la autoridad germana en forma de camarero antipático a decirte que no deberías estar ahí. Le aclaras que su compañera te sentó ahí, le dices que no vas a tardar nada en tomarte un vino. Lo acepta pero se va enfadado a increpar a la otra, tras haberte tomado nota de qué vino quieres y decirte que ni hablar a tu petición de que te trajera pan con unas salsas. No les da tiempo, te dice enfadado antes de irse. Como el vino blanco afrutado entraba solo, le pides a las siete y diez a la camarera que te traiga la cuenta, para evitar al borrego, pero como ésta no viene, a las siete y cuarto aparece él en persona y dice que te tiene que cobrar. Pagas y te vas apabullado sin ningún buen recuerdo de ese sitio que te recomiendan en todas las guías.

Si además has reservado una visita guiada al Ayuntamiento, y en la confirmación de reserva que hiciste en internet para las once de la mañana pone que estés ya a lo más tardar a menos cinco en cierta puerta, tómenlo en serio. Si llegan a menos cinco, se encontrarán con la puerta cerrada a cal y canto y uno de los visitantes que cumplieron las normas te mirará desde dentro con pena y avisará para que se apiaden de ti y te abran. Mi acompañante español no se acababa de creer que lo de a menos cinco "a lo más tardar" iba tan en serio hasta que vio la puerta cerrada. No soy una histérica de las normas, pero en este país son algo muy serio y yo estoy curada de espanto.

Si no fuese porque luego en otro restaurante el camarero jovencito era encantador, y porque la señora que hizo la visita guiada al Ayuntamiento le puso tanta pasión, chispa y humor al asunto, les diría que no visiten Alemania, pero porque aún así, compensa, y mucho, y es un país sorprendente y estupendo para viajar, por eso les digo que a pesar de todo visiten Alemania.

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