sábado, 14 de julio de 2012

Casi todo sigue igual


Lo bueno del pueblo de Extremadura al que vengo cada año es que todo parece siempre igual. Lo malo es que este año no hay más que poner las noticias para que se te caiga el alma a los pies de cómo está España. Luego te mueves por aquí y todo parece igual, hasta los forasteros, que somos cada vez más conocidos. Ayer pasé delante de un grupito que yo no conocía, y dijeron a mi paso: "Ésta es la hija de la Eugenia". Qué control. Yo no sabía quiénes eran. Admito también que me gusta mucho mi ramalazo antipático alemán con el que trato de escaquearme de conversaciones, besos y achuchones de gente que en teoría debo conocer. El otro día alguien me dijo "ah, tú eres la que vive p'ahí p'alante". "Sí, más o menos", respondí. Pero es que es lógico: para mucha gente que no ha salido de este pueblito, todo lo que es "p'ahí p'alante" es el extranjero.

La piscina sigue siendo de lujo. Al que se le ocurrió plantar esta joya en este pueblo habría que darle el Premio Nobel, por lo menos. El de la Paz seguro, por haber logrado paz en este pueblo y que muchos se vean en bañador que antes, y desde generaciones, ni se dirigían la palabra. Y la piscina es al pueblo como el chiringuito a la piscina, otra joya. Hay muchos que no se meten en el agua, pero al chiringuito sí que bajan, sigue habiendo clases. Y la piscina trasmite paz, con las vistas que hay. El año pasado hice la prueba: subí una foto de la misma a facebook, sin comentarios, y varios me preguntaron que dónde es. Sigo omitiendo el lugar, para que no se llene de turismo mundial, pues solo con los extremeños del pueblo y alrededores se llena. Y ha logrado que hasta yo, urbanita impertinente, venga por aquí. Pero hay cambios: este año los críos no se pueden tirar de cabeza. El socorrista me vino ayer amablemente a decirme que por la mañana hacía la vista gorda porque estaba vacía, pero por las tardes, cuando se llena, que no se pueden tirar, y eso hubo que explicárselo a mis hijas y sobrinos. Y luego la "tragedia" que me anunció mi hija pequeña por teléfono, que se vino al pueblo un día antes que yo: "Mamá, algo muy triste: este año no hay fantasmikos". ¿Que qué es eso?: son unos politos que mi hija se come con deleite cada verano. No sé si es la crisis pero han puesto unos helados este año de marca tan desconocida que yo no me he atrevido a catarlos. Entiéndame: vivo en un país heladero por excelencia, pues en Alemania los helados son el pan nuestro de cada día, y no pueden usarse en ellos nada artificial, y yo no me fío nada. Así que sigo siendo de "p'ahí".

Algo que sigue sin cambiar. Internet sigue yendo fatal, y ya van tres veranos. El anterior mejoró respecto al de antes, pero éste no ha mejorado. Por eso me quedo sin subir un puente que se ve desde la piscina, pero lo haré en cuando tenga más velocidad y no se me quede colgado el portátil al tratar de subirla.

2 comentarios:

  1. En Torrejoncillo del Rey, provincia de Cuenca, también tienen una piscina en que, no había caído en ello, seguramente muchos que no se hablaban antes acuden para seguir hablando de unos y otros. Por supuesto que también tiene chiringuito y unas barbacoas para el que lo desee.
    Parece que con la crisis, vamos a tener que volver a los pueblos.

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    1. Me temo que sí, que este año muchos solo se podrán ir al pueblo y pasarlo en la pisci. Y como dice mi madre, eso si tienes la suerte de tener pueblo, que muchos no lo tienen.

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