martes, 24 de julio de 2012

La pregunta

Situación de hoy en Barajas. Estoy sentada con mis hijas esperando el embarque de avión a Hamburgo. A mi lado se sienta una chica muy joven. Al lado de ella estaba ya un hombre desde hace un rato. Éste estaba ya visiblemente nervioso porque temía perder su conexión de Hamburgo a Stuttgart, según nos hizo saber. Yo dije que normalmente el vuelo suele ser puntual, bla bla. Él no se tranquilizó, pero se acabó ahí la conversación entre los tres. En ese momento la chica se dirigió a mí y me dijo así, tal cual: "Me permites una pregunta?", y yo, "sí claro". "¿Es dura la vida en Alemania para las madres?", me dijo. Fue uno de esos momentos "uffffffffffff" que tengo de vez en cuando. Le di mi respuesta, un claro sí, que no iba a engañarla, y le conté a grandes rasgos mi opinión, y de mi experiencia. Entonces me dijo que tiene un novio alemán, y que al año que viene, cuando termine la carrera de derecho, se irá a vivir a Alemania. Entonces le mostré mi admiración de que con haber venido solo de visita, se haya dado cuenta de eso. Me comentó que ha oído comentarios raros en su futura familia política, y que había visto cosas sorprendentes en familia y amigos, y que con todo el esfuerzo que le estaba costando la carrera, que no quería dejar su profesión en el futuro. Le dije que no tiene por qué hacerlo si no comete el error que yo hice, que fue dejarme llevar por cómo se hace aquí, porque era "lo mejor", lo que la mayoría hace aquí, que no tuve la visión de lo que sería después, y que si volviese ahora 12 años atrás, lo haría a mí manera: no me cogería una excedencia tan larga, que en realidad suple la falta de infraestructura para conciliar, pero que es muy perjudicial profesionalmente para las mujeres. Hacer eso requiere mucha energía pues es nadar contracorriente en este país, y ésa hay que tenerla. Yo no la tuve en ese momento, pero quizá también, me faltó contarle a Laura, pues así se llama esta chica, no fui tan avispada como ella y no tuve la visión de futuro que tiene ella, a sus 23 años. Yo jamás pensé que esto era así hasta que no estuve en la situación. No supe ver indicios que debieron prevenirme, como el hecho de que al estar embarazada, estando apuntada a un curso de inglés de negocios en Frankfurt, en la central del banco para la que trabajaba entonces, un mes antes de que tuviese lugar el curso, me llamasen de Recursos Humanos para decirme que dada la situación de mi embarazo, que me quitaban el curso, que por supuesto que lo hacían por mí, dado mi avanzado estado de gestación (el curso era en abril, y mi hija nació en julio!). Tampoco me alertaron comentarios de mi familia política, o el ver que amigas renunciaban plenamente a sus profesiones, ni muchas otras cosas. A mis 31 años, cuando me cogí la excedencia, no dudé en ningún momento de que era una pausa, que ese tiempo no me fastidiaría nada. Ni incluso cuando el banco en el que trabajaba cerró me preocupé ni un solo instante, pues estaba segura de que con mi preparación encontraría algo en cuanto quisiese (ahora me río de mi ingenuidad). No fue hasta hace 5 años cuando la realidad me demostró que yo había dejado de ser interesante para el mundo laboral, que veía en mí más bien una carga por mis hijas, por lo que faltaría al trabajo si éstas se ponen malas, etc. Y que conste por enésima vez que no lamento nada. No suelo hacerlo. Pero los que me conocen, y los que no, saben o verán que me da mucha rabia este tema y que me duele mucho, y por eso admiro a Laura, que con un par de visitas a Hamburgo, ha sabido ver lo que yo no vi a esa edad. Quizá también las de mi generación fuimos más confiadas. Creíamos que verdadaremente la mujer estaba liberada. Laura sabe que eso es solo realidad si ella se reafirma en ello, y no solo porque sí.
Por eso he llegado a Hamburgo muy meditabunda y pensando que esa pregunta no fue casualidad. Normalmente hoy hubiera escrito uno de mis posts típicos de la vuelta de vacaciones: que si bendita Lufthansa, que como siempre me permitió volar con mis toneladas de equipaje sin rechistar; que sin embargo la crisis debe afectar a esta línea también, pues han quitado una ronda de bebidas (mecachis, qué mal vamos), y que mientras no quiten la comida caliente que dan, bien, pero porque Moody's ha rebajado hoy la perspectiva de solvencia alemana, a saber... Que en el avión mis hijas y yo nos mirábamos todo el rato pues delante iba una madre con sus tres hijas repelentes sabelotodo, las tres con trencitas. las mayores iban leyendo en alto y comentando a cada párrafo: "mamá, ¿a que leo bien?", "mamá, ya hemos leído tres libros"... Mis hijas me miraban partiéndose de risa, horrorizadas. Detrás iba la familia de trogloditas, por desgracia no sé decir de qué país eran, pues hablaban un idioma que no supe descifrar (aunque eso da igual), pero entre el niño de unos 10 años que estuvo la última hora del vuelo moviendo una botella de agua como si fuese un avión y haciendo un ruido infernal, a la madre, que iba detrás de mí, pero que me daba patadas al asiento como si fuese una cría de 3 años, al final, llegué pensando en lo bien que se portan mis hijas, y que además no son esos niños alemanes de los que ya he escrito en alguna ocasión... a ver, cómo llamarlos: tocapelotas, claramente, pues vengo de Madrid.

Así que me siento muy orgullosa de mis hijas, pero como les comenté luego a ellas, si se portan así en los vuelos, es porque yo me pasé muchísimos vuelos los primeros años como un sargento, pues siempre he dicho que a mis hijas las aguanto yo, pero no los demás. Así que no lo he hecho mal, pienso, pero sí que debí haber pensado más en mí en un país en el que no te invita nada a hacerlo cuando te conviertes en madre, sino todo lo contrario. Así que Laura, adelante, termina tu carrera, y cuando te vengas a vivir aquí, no dejes jamás tu profesión, por mucho que te critiquen. Tus hijos te van a querer igual, aunque toda la sociedad alemana te trate de convecer de que así serás una mala madre. Las malas madres solo existen en las mentes de la gente moralista.

Por cierto, como observarán, ya he vuelto. Y las vacaciones... qué les voy a contar que no les haya ido relatando de vez en cuando en el mes que me he perdido en la Península Ibérica:
m a r a v i l l o s a s.
Más a partir de mañana mismo. Espero que me hayan echado un poquito de menos, aunque no he dado pie del todo :-) Yo no he echado nada de menos, pues en el fondo soy una descastada. Pero muy en el fondo, pues lo que quiero lo llevaba conmigo. Un abrazo a todos, y continuamos.

6 comentarios:

  1. Hola! Soy Laura! perdon por el retraso en contestar, pero el buen tiempo llama a hacer un monton de actividades...
    entre excursiones e ir al lago a refrescarnos estamos teniendo unos dias geniales! ojalá aguantase mas dias así!
    Que tal ha sido el regreso?
    Espero que bueno!
    un abrazo y estamos en contacto!

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    1. No te preocupes, y disfruta!!!! El buen tiempo, como has visto, se ha acabado hoy. Ahora te tocarán las actividades típicas del mal tiempo ;-)
      El regreso bien. Lo malo será cuando empiecen los madrugones, que es ya mismo... El cole empieza tal que ya.

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  2. Pues ya ves,M elena,cómo se ha puesto el tiempo por aquí otra vez,menos mal que me he frito unos trozos de Morcilla que había comprado en Altona y con un vasillo de Ribera del Duero pensé püor unos segundos esttar sentado en una terraza de la Plaza Mayor de Salamanca....

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    1. A mí también cuando me entra el blues, me frío una morcilla de Burgos. Habrá que ir a ese sitio en Altona a por ella.

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  3. si,se llama silka,seguro que lo conoces,es bastante grandey hata tiene bar espanhol,está al lado de Harrysfliesenmarkt,creo que en la Schützenstrasse

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    1. Es justo a la que voy yo, una vez al mes más o menos, a reponer mi despensa de todo de lo que un español no puede prescindir. Eso sí, la morcilla no la he descubierto todavía... La próxima vez no se me escapa.

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