miércoles, 11 de julio de 2012

Entre viajes

Ay la vagancia, que se ha apoderado de mí. Me encuentro en una fase de reposo de ideas. Ahí siguen, no es eso, pero mi mente está de vacaciones. Lo de desconectar está siendo verdad esta vez, y algo muy positivo es que hacía tiempo que no me daba más igual no tener internet. Durante un tiempo, al leer sobre adicciones a internet y las nuevas tecnologías, me planteé si yo estaba demasiado enganchada, y claro que lo estoy, no lo niego, pero también digo que puedo estar días sin conectarme, así que no es nada grave mi caso. Esta vez quizá hasta lo he necesitado, y tampoco sé por qué. Pero como he oído de varios que echan de menos mis historias, en forma de correo o post, me siento halagada y hago una aparición breve en este verano tan pendón que estoy teniendo. Ahora mismo estoy entre viajes dentro de las vacaciones, en Madrid, antes de salir para Extremadura. Y tras haber vuelto de la playa y de Zaragoza.

Mis relatos veraniegos se quedaron en la provincia de Tarragona. A continuación fui a Zaragoza capital, que no conocía. A todo esto hay que decir que una de mis grandes amigas de Hamburgo es de allí, y llevábamos años queriendo cuadrar un encuentro así. Por fin salió, y es genial cuando alguien te enseña su ciudad, te explica y te lleva a los sitios y no necesitas ni mapa. De Zaragoza me quedo sobre todo con la impresión de lo llena que está la ciudad de gente. No es que me piense que haya gente solo en otras ciudades más grandes, pero verdaderamente me sorprendió lo llenísimas que estaban las calles. Vimos además cantidad de bodas que demuestra que la gente se sigue casando, por mucho que digan, y las comitivas parecían todas iguales, de gente emperifolladísima, que parecían todos clones, los unos de los otros.

Que Zaragoza además del Pilar tiene un palacio árabe lo sabía. Pero lo que desconocía plenamente es que por allí pasaron también los romanos. No hay nada mejor que viajar para llenar lagunas. Además de un estupendo puente romano (córcholis, se me olvidó fotografiarlo), tienen parte de la muralla, y un teatro impresionante. Así que además del ambientazo, la ciudad tiene mucha historia, y muchas piedras, que me encantan, como saben. Y como antes de llegar a Zaragoza vi en la autovía un cartel hacia Belchite, me vinieron a la mente imágenes que todos hemos visto en televisión alguna vez: la del pueblo zaragozano destruido en la Guerra Civil y que quedó así, como monumento. Así que antes de regresar a Madrid, hubo que visitarlo, y es tan sorprendente como lo imaginé. Si alguna vez pasan por allí, no se lo pierdan.

Y como una, a pesar de tener 43 años, en ciertos momentos no tiene autoridad ninguna, concluyo aquí por hoy, pues mi madre me ha regañado diciendo que no son horas de estar escribiendo, que me acueste, patatín y patatán. Eso también son parte de las vacaciones: que las cosas no cambien en muchos casos, pues otros, aunque no queramos nosotros lo hacen. Hasta otro ratito.

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