sábado, 26 de marzo de 2011

La guía de la emigrante

Con el título de "Españolas en Berlin", apareció hace una semana en el Yo Dona, suplemento de El Mundo, un artículo sobre españolas afincadas en Berlín. El reclamo en la portada de la revista, "Todo lo que hay que saber antes de emigrar a Alemania", me hizo imaginar otro artículo, pero al tratarse de una publicación femenina, la perspectiva es ésa. No está mal, por otra parte, pues parece que solo los ingenierOs, informáticOs están interesados en la llamada de Merkel. Por otra parte, como ya comenté en este blog, en Alemania no se ha dado mucha publicidad a esta noticia, o nada, pienso, pues nadie me ha comentado nada, ni yo la he oído. Fue el semanario Der Spiegel el que lo comentó y lo que en España ha sido una bola de nieve que crece y crece, aquí se ha quedado en una frasecilla en un semanario tan denso como Der Spiegel y que seguro que no muchos han leído.

Pero hay españolas en Berlín, y hacen muy bien, pues es una ciudad fascinante para vivir y una buenísima elección. A muchos alemanes no les gusta para vivir, pues es demasiado grande y prefieren poblaciones pequeñas y más tranquilas. El artículo destaca que a los españoles nos encanta, y las razones saltan a la vista: es una ciudad grande, con mucha gente, con mucho de todo... Para un español, venirse a vivir a Alemania y acabar en un pueblo en el que no oyes ni una mosca, es una especie de destierro. Imagino que nadie en Madrid, o muchas ciudades españolas se imagine que se pueda echar de menos el ruido, pero aseguro que sí. Las entrevistadas en el artículo lo añoran, junto con las tapas y la comida, y yo echo más de menos el ruido que lo segundo y lo tercero.

Berlín es una ciudad ruidosa para Alemania, palpitante, con barrios bohemios, un pasado estremecedor, un presente vibrante, y un futuro más que seguro. Como mencionan, tener un buen trabajo, significa tener muchas ventajas que no tienes en España: se respetan los derechos de los trabajadores, y en general tu trabajo. Todas comentan algo curioso: que los alemanes son lentos trabajando, y que no aceptan cambios de su forma de hacer las cosas, y que la eficiencia alemana viene dada por lo concienduda y lentamente que hacen todo. Puede ser. Yo recuerdo durante años, cuando trabajaba en un banco, que me desesperaba de que todo tuviese que hacerse asegurándose mil veces de que estaba bien. Al final lo estaba, pero porque se trabaja pensando en cubrirse las espaldas en todo momento para que nadie te pueda decir que has hecho algo mal.

Todas coinciden en lo duro que es el clima, la falta de luz, y el largo y crudo invierno; lo corroboro, como hago en ocasiones en este blog y con lamentos que no sirven para nada en realidad. La comida parece un problema grande, pues todas la añoran; y ahí disiento. En Alemania se come muy bien, la calidad de la comida es estupenda, y hay de todo. Y para los emigrantes, y más en una ciudad como Berlín, habrá alguna tienda española donde proveerse con los artículos de la morriña, como yo hago en la tienda española de Hamburgo. No entiendo tampoco cómo puedes echar de menos la comida, si eres tú el que cocina: yo me hago desde un cocido hasta un sucedáneo de paella, pues el marisco es carísimo, y ni llega. ¿Pero no es por eso mayor el placer de ir a España y comerte desde unos churros a una paella bien cargadita de marisco, y disfrutar? Siempre he pensado que los españoles, en cuanto a la comida, estamos demasiado centrados en la nuestra. Comentan que hay menos pescado, sí, cierto, pero lo hay, aquí en Hamburgo por suerte quizá más, pues en Baviera, región carnívora por excelencia, es más difícil encontrarlo.

Confirman lo que yo pienso: que la antipatía de la vida diaria, que ni tu vecino ni madres cuyos hijos van al cole con los tuyos te saluden, se compensa por la amistad que te dan cuando te haces su amigo. Los alemanes son muy buenos amigos, y lo que una dice de que "Mientras el español está pensando en unas cañas, el alemán piensa en tarta", lo resume todo. El español va al bar a beberse las cañas, queda un rato con unos amigos, o se los encuentra en el bar. El alemán se prepara su propia tarta, y se la come en familia o con amigos a los que invita para ello cualquier fin de semana, y estás en su casa,

La importancia del idioma es probablemente el mayor obstáculo. Aseguro que es fundamental. Pienso que es imposible vivir aquí sin saber el idioma, salvo si vives en un gueto, que los hay. Yo misma lo sufrí en mis carnes los primeros años, y aseguro que, como dice una de las entrevistadas, a mí también me ha costado lágrimas, pero no por la dificultad del idioma, como dice ella, si no por la falta de tolerancia y paciencia con alguien que no lo habla bien, y eso, puedo asegurar, puede hacer que tu trabajo no sea tan fácil durante un tiempo y te sientas excluído.

Los impuestos... ay los impuestos. Efectivamente: nos quitan el 40% del sueldo en concepto de impuestos. Y sí, a cambio hay muchos beneficios sociales, como por ejemplo un sistema sanitario perfecto, me atrevería a decir yo, por mucho que los alemanes se quejen. Pero no conocen otra cosa, y Alemania ha tenido que hacer recortes en los últimos años y eso es algo que muchos no quieren aceptar.

Interesante me parece la única entrevistada que es madre. A mí también me pareció maravilloso que me viniese a casa la matrona que viene a tu casa las dos semanas después del parto. Esas son las joyas de las que hablo de este país. O que para el parto puedas ver las instalalaciones, elegir hospital, en muchos casos "técnica para parir", y no den tantos cortecitos como se dan España, cesárea incluida. Pero el "todo gratis" que ella dice no es verdad, salvo si vives de ayudas sociales, y en ese caso has de demostrar que eres pobre de necesidad, porque si no te sales de los límites, y eso es lo más sencillo, y mejor no salirse. La entrevistada tiene una hija de dos años. Entiendo la situación: hasta los tres años vives un idilio como madre en este país: te agasajan con cuidados y facilidades, dejas tu trabajo, pues las excedencias te lo permiten, pero me gustaría preguntarle a la misma cuando su hija tenga 6 años y empiece el colegio. En ese momento empieza el calvario para muchas madres que quieren o necesitan trabajar, pues los horarios escolares, de ocho a una, y en pueblos incluso hasta las doce del mediodía, se vuelven en tu contra, y lo que te parecía jauja te devuelve a la realidad de no ser más que una supledora de la falta de infraestructuras en colegios.

A los niños se les educa con esa independencia de la que hablan. Para mí, como española, demasiada, pero en eso trato de adaptarme y dejo que mi hija vaya al instituto con metro y autobús sola a sus 10 años. Y lo llamo asimilación, pues las que tienen que estar cien por cien asimiladas son mis hijas, por muy española que sea su madre. A los niños se les inculca responsabilidad, pero como dicen, incluso a ellos les falta algo de chispa; y verdaderamente a muchos parece faltarles un último hervor...

Yo añado otros puntos al artículo: lo tranquilo que vives sin pensar que en cualquier momento te pueden engañar o robar. Vas despreocupado por la calle, y no vivimos enrejados. Y como punto negativo de tanto orden, el control social que los mismos ciudadanos ejercen para mantener las normas. ¿Por qué va a salirse mi vecino de la regla establecida si yo, ciudadano ejemplar, cumplo la ley? Y lo que es estupendo en cuanto a que tu calle esté limpia y cuidada, se pone en contra de ti cuando quieres hacer una fiesta, o aparcar tu coche donde no estorba nada pero donde unos te dicen que no está bien, o que cualquier raspadura de coche acabe en un buen fregado con policía incluida, por lo de dejar todo atado y bien atado, no vaya a ser qué... La gente está a la defensiva, y es difícil no recibir reprimendas por cosas que en España no solo se permiten sino que se realizan como deporte nacional.

Desde luego que merece la pena emigrar a Alemania, no lo dudo, mírenme a mí, pero como en todas partes hay cosas positivas y negativas. Al final se trata de las circunstancias de cada uno, de tus expectativas de la vida o de tus ganas de adaptación al medio en el que vives. Así que solo puedo decir que pasen y vean...  y si le gusta y renuncian al sol, pueden quedarse para toda la vida.

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