martes, 8 de marzo de 2011

Mi cuarto sobrino

Es la primera vez que estoy en Madrid cuando nace uno de mis sobrinos. Es el cuarto. Su nombre es Javier, y ha nacido hoy, 8 de marzo, a la una y diez de la tarde. Si fuese mujer, diría que ha elegido muy buen día, al ser el de la mujer trabajadora. Pero como es hombre, solo me cabe desearle que habiendo nacido en la segunda década del 2011 que para cuando alcance la mayoría de edad  dé igual ser mujer u hombre, salvo las meras diferencias biológicas y lo bien que están esas. Se ha hecho esperar dos días, y ha salido bien alimentado, con su 3,900 kg de peso. Todo un muchachote, y eso que parecía un perrito caliente, envuelto en su mantita.

Cuando nacen tus hijos siempre hay alguien con hijos mayores que te dice: “Disfrútalo/-la pues crecen demasiado rápido”. Y ahora soy yo la que podría decir eso, pero trato de no caer en el tópico. Pero efectivamente, al ver a mis hijas al lado de su minúsculo primo, te das cuenta de que todas esas frases tan manidas y que rellenan momentos tan especiales son supremas verdades todas ellas: que el tiempo pasa, que nos hacemos mayores, que cuando menos te des cuenta serán mayores ellos. En fin. Lo mismo de siempre desde generaciones y generaciones.

Javier tiene una hermanita, de tres años, cuya madre no es la que ha traído a su hermano al mundo. En alemán existe un término para estas familias de hoy día, Patchwork-Familie, familia tipo manta de ésas tan británicas o americanas en las que muchas piezas de tela cuadradas de diferentes colores unidas forman el todo. Así que hemos entrado en la modernidad por la puerta grande. Como yo les cuento a mis alumnos de español que se creen que España sigue siendo un país tan católico y sin nadie que se salga de la imagen que siguen teniendo de nosotros, en España tenemos las mismas moderneces y hay todo tipo de familia hoy día. Y está bien así.

Hace nada escribía yo en este blog sobre las madrastras, que que sean todas malas es cosa de los cuentos, y que la vida moderna de hoy día da para muchas buenísimas. Y con mi post varios en mi familia pensaron en la madre de Javier, madrastra de la hermanita del mismo, y mira que es fea la palabra, y en que mi hija pequeña, como siempre, tenía razón. La recién parida es madre y madrastra, y desempeñará ambos papeles como mandan los cuentos en sus versiones modernas de hoy.

Javier se suma al grupo de ahora seis nietos en total que tienen mis padres. Como muy agudamente resumió mi hija pequeña hoy en el hopital, “mamá, ya somos tres chicas y tres chicos; estamos empatados”. Efectivamente, el pequeñín de hoy trae igualdad. Bienvenido al mundo. Te estábamos esperando.

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