lunes, 28 de marzo de 2011

Restaurantes, películas y escenas reales

Hace menos de dos semanas, estaba yo con mi amiga de Madrid cenando en un restaurante cuando el dueño dijo algo de la mesa de la Deneuve. Como se trata del restaurante Viridiana en Madrid, al estar decorado con fotogramas de la película de ese nombre, y todo con estilo cinematográfico, ambas, sin comentar nada, pensamos lo mismo: que habría una mesa Catherine Deneuve, como otra Audrey Hepburn o Sara Montiel. Por eso, cuando vimos entrar a la pedazo de señora que es la Deneuve, acompañada de dos hombres jóvenes, ambas comentamos nuestra sorpresa y coincidencia de pensamientos. Pero la realidad, como se dice tan a menudo, supera la ficción y ahí estuvimos ambas cenando a tres metros de Catherine Deneuve. Fue un placer observar como, por muy ella que sea, tuviese que salir a fumar fuera, por la (por fin acatada al cien por cien) ley del tabajo, y los que entraban al restaurante y la veían fumar fuera, no daban crédito a sus ojos.

Eso, y haber visto el tráiler de su actual película, "Potiche", me hizo dirigirme ayer a la sala de cine a verla, no sé si la película o a la Deneuve. Pero primero quiero hacer hincapié en la desilusión que supone en Hamburgo no poder ver ninguna película en francés, porque ver películas en versión original es, salvo en el caso de ser el idioma original el inglés, un imposible. Segundo, el título en alemán ya me echaba para atrás. "Das Schmuckstück", 'la pieza de joyería', no da para nada el potiche del francés, para el que el español tiene un equivalente: mujer florero. Pero claro, en Alemania no hay mujeres florero, pues las que lo son, estan plenamente convencidas de sus funciones y no se sienten ni como tal, ni fuera de lugar en su papel.

La película decepciona. Por supuesto que tiene golpes divertidos, alguna escena mordaz, pero exageran demasiado en la estereotipación de los personajes; esto, llevado al punto grotesco, podría haber resultar gracioso, pero al quedarse en el mero "parezcamos todos medio tontos", se pierde tanto el mensaje de la película, como el contenido en sí. En la pantalla la Deneuve me pareció lo que no vi en la vida real: si en directo me resultó una mujer de una belleza de lo más natural, en la pantalla era inevitable ver sus labios que habrán tenido algún que otro retoque, además de la piel tan estirada. Junto con Gérard Depardieu hace reír en ocasiones, pero la película se queda más en lo que pudo ser y no fue. Una lástima.

Y por eso yo vuelvo a la maravillosa cena en Viridiana, y a otra curiosa coincidencia del año... 2001. En el mes de febrero iba yo con mi hija de menos de un año de regreso de Madrid a Hamburgo, tras haber visitado a mi familia. A mi lado iban dos hombres, que fueron muy amables en todo momento, llevándome algo de equipaje en el cambio de avión que realizamos en Barcelona, para que yo estuviese más suelta con el bebé. Hablando y hablando, me comentaron que iban a Hamburgo a unas jornadas gastronómicas sobre España, que eran cocineros. Y cuando casi al llegar vi la bolsa de plástico de Viridiana que uno de ellos llevaba, les pregunté, y me dijeron que trabajaban allí. Tras darme su tarjeta, después de haberme despedido de ellos, vi que se trataba del dueño, y pensé lo geniales que son las personas que no necesitan alardear de nada.

Y diez años después, en su restarante, le dije: "¿Recuerda usted aquel vuelo a Hamburgo, en el que yo iba con un bebé que ahora tiene 10 años...?" y me dijo que sí. Y en el decorado de Buñuel, mi amiga y yo cenamos tan ricamente, con la Deneuve, que como persona "normal" tuvo que fumar fuera. Y sin haber visto "Potiche", no hacía más que pensar en el papel en el que la recuerdo especialmente, en "Belle du jour", y más por estar en un restaurante en homenaje a Buñuel. Olviden "Potiche", y vean, si no lo han hecho, "Belle du Jour", de 1967, surrealismo puro de Buñuel, porque la vida es así, y no lo que parece. Y que conste que yo no me he soñado que cené con la Deneuve. Hay testigos.

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