jueves, 24 de marzo de 2011

Solazo

El tiempo de los últimos días nos ha devuelto a la vida. Que luzca el sol en Hamburgo durante muchos días seguidos y con temperaturas primaverales, cambia el espíritu de la ciudad. Alemania con sol parece otra. Estos días la gente está de mejor humor y más sonriente, tras meses grises y fríos. Sabemos que esto nos durará poco, pues para eso estamos en Hamburgo, donde el cielo no es azul si no gris, y sin embargo, o precisamente por eso, me embriaga la emoción primaveral que despiertan esta luz y esta claridad en cada hamburgués amodorrado, tras meses encerrados en casa y yendo tapados hasta arriba por la calle. Y de repente aparecen escotes, se prescinde de pañuelos al cuello o de bufandas, se ven faldas con medias finas, y uno deja de parecer la coraza en la que nos convertimos de octubre a abril. Los alemanes se abrigan, y no como los ingleses, que en invierno van con ropa que es de entretiempo para mí: ellos en trajes chaqueta sin abrigo encima, y ellas con medias finas e incluso sandalias. Aquí aprendes a vestirte acorde al frío, y los colores son oscuros, y es raro salir con estridencias de la gama de colores, pues el cuerpo no te pide nada que destaque del entorno gris o blanco, si hay nieve. Vas vestido de oscuro y gris, como cada día, y miras el armario, y con las aceras resbaladizas y siempre húmedas, cuando no por la hojarasca, por lluvia, hielos y nieve, prácticamente ninguna mujer va con tacones por la calle. Aquí entendemos de zapatos de gore-tex, anoraks impermeables hasta la muerte, calcetines térmicos, ... o la sexy faja de lana de la que habla siempre mi amiga (española), y a la que yo, por principios, sigo renunciando.

Este año ha habido suerte, y la naturaleza parece desplegar su esplendor algo antes. Se ven capullitos en las ramas de los árboles, y aunque todavía falta, temperaturas de 14° C e incluso 16 ó 18° C han hecho avanzar mucho el proceso. Y como capullitos en flor nos sentimos todos. Los periódicos informan de la buena nueva con fotos de hamburgueses al sol, y hablan de la "dolce vita", y de conceptos poco asociados con el carácter alemán, y la gente invade la calle. Aquí se pasea también a 10° bajo cero, pero porque hay que salir a refrescarse y mover las piernas, pero ahora es el "dolce far niente" lo que impera, el ponerte al sol y no hacer nada, como yo misma durante mi reciente estancia en Madrid, que parecía una guiri en busca del sol, adorándolo en cuanto lo veía. Percibo estos conceptos desde la experiencia y sabiduría que me da haber crecido con las bondades del sol en el ser humano y en la vida diaria, para bien y para mal, esto es como todo.

La sensación estos días es de "qué pena trabajar". Todos lo dicen, y deberían dar fiesta con un tiempo así, pues no es para menos. Es por eso por lo que la gente de aquí dice a menudo "sí, buen tiempo, pero no para trabajar". Como tienen perfectamente asumido que el tiempo es malo (entiendo, tampoco lo puedes cambiar, pero sí echar pestes, como yo), se quedan tan panchos cuando te dicen que la lluvia y el frío están bien, porque hay que trabajar. En mis clases estoy haciendo un sondeo esta semana sobre las estaciones del año. Comienzo cada clase con un "Por fin es primavera" y al preguntarles por su estación del año favorita, muchos responden que el invierno, muchos que el otoño, aunque por suerte, como seres (y además humanos) que son, muchos dicen que la primavera y el verano son sus favoritas. Pero para descansar, para irse de vacaciones, para hacer una barbacoa, tumbarse en el jardín o terraza, pero no para trabajar. No hay que confundir los conceptos.

Viendo ahora que para el fin de semana descenderán las temperaturas, aunque seguiremos con sol, me dan ganas de dejar todo lo que tengo que hacer, cerrar los ojos y disfrutar, pero hay que ser multitarea, y alegrarse de por lo menos ver el solazo a través de la ventana y oír a los pajarillos cantar como locos. Y con el cambio de hora de este fin de semana, tras el que los días volverán a ser larguísimos, haciéndose de noche a las ocho, y amaneciendo ya a las 6.30 como ocurre estos días, por mucho que el clima empeore, tendremos la sensación de haber salido ya de unos meses tras cuyo paso siempre me pregunto que cómo lo aguantamos. Y ya van 21 años. Me considero asimilada en la vida alemana, pero en el tema del clima, no habrá asimilación, está decidido. Por eso, jamás oirán de mí ni una queja por mucho que haya que trabajar con sol o con calor en verano, algo que odian. Disfrutemos de cada minuto de sol, pues esto es un regalo.

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