jueves, 24 de abril de 2014

Qué fácil es

Me gustaría algún día dejarme de pelear con el mundo. No hay día que pase en el que no hay que batallar con alguien, y eso todos en todas partes. Llego a casa del trabajo y me toca poner sendos correos a unos profesores de mi hija para volver a tocar un tema delicado. A veces me da rabia que los niños experimenten en sus propias carnes cómo funciona el mundo, y por otra parte que los sepan cuanto antes es lo mejor; pero escuece. Se dan cuenta de que tener razón no significa que te la den, y de que el último que llega se lleva lo que tú querías y a lo que a ti previamente te dijeron que no. O buscan durante meses unas prácticas en empresas, que en Alemania son obligatorias en noveno curso, y reciben solamente negativas. Al final la madre recurre a contactos, y la plaza para las tres semanas que tocan al año que viene, surge por arte de birlibirloque. A la pregunta de tu hijo sobre si tiene que mandar el currículum le dices sin pensar que no hace falta, que tiene la plaza sí o sí, y tras pronunciar la respuesta te das cuenta de la basura que es el mundo: los mejores puestos se dan sin cartas de presentación ni currículum, sino por conocer a... Así es la vida, pero triste saberlo con 13 años.

Y mientras que por una parte los dejan con el culo al aire en muchas ocasiones, por otra se les sobreprotege. A la clase de mi hija la han mandado esta semana a una terapia de comportamiento. Hasta no hace tanto nos decían que era una clase muy viva, "animada", "creativa", hasta que de repente se convirtió en insoportable. Al parecer no se respetan las opiniones de los demás acallando todo tipo de comentarios con burlas o gritos, rompen todo tipo de diálogo y les quitan las ganas a los profes de trabajar con ellos. Sí que me creo que a muchos no se les enseña modales en su casa, y lo malo de esto es que pagan justos por pecadores. A la terapia van todos. Pero mal no les vendrá a ninguno. Porque el mundo funciona por unas leyes en las que la creatividad es un lujo o privilegio de unos cuantos. 

Por otra parte el estado, que se desentiende de muchas cosas, se preocupa al recibir el trámite de divorcio. El otro día me llegó una carta que tuve que leer dos veces. Me hablaban del trauma que es un divorcio para los niños y me aconsejaban dirijirme a un asesoramiento. Vamos a ver, me parece bien que lo ofrezcan, pero me pregunto si no se dan cuenta de que los traumas se pasan antes de consumar hechos. Me dan ganas de escribirles que se preocupen por los traumas que hay antes de tomar decisiones, y que si bien hay muchos niños traumatizados, no me cabe duda, también hay muchas mujeres prisioneras por el bien de sus hijos. Los traumas vienen no por los hechos, sino por la gestión de los mismos, y cuando salen, el daño ya esta hecho. 

El otro día me contaron de un caso muy trágico, de un matrimonio "perfecto" en el que ella ha terminado alcoholizada. Él ahora va por la guardería de los hijos buscando "testigas" que declaren ante el juez que esa mujer es una mala madre, y al encontrarse con respuestas que le dicen que la mujer jamás ha dado muestras como para dudar de su capacidad como madre, el marido sigue buscando y removiendo. La moral de los ganadores. Yo como juez preguntaría por qué la mujer terminó así. Qué fácil es juzgar a posteriori, y cuánto más buscar siempre las mismas víctimas, cuando al final se trata de la imagen que proyectamos para el show que es la vida y no de la realidad que llevamos puesta. Todo funciona con enchufismo y no por tu valía, y todos esperan resultados catastróficos, cuando no tiene por qué ser así. Que haya catástrofes no quiere decir que tenga que ser en todos los casos, y desamparar antes es peor que tratar de evitar lo de después, cuando ya no te afecta. 

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