jueves, 10 de abril de 2014

Los extras de esas películas llamadas calles

En Alemania las vacas sagradas son los coches. Son venerados en todo su conjunto, por fuera y por dentro. La gente está dispuesta a meter más dinero a veces en sus coches que en decoración, por ejemplo. Los arañazos son algo terrible, y rozar algun coche en cualquier circunstancia, sea aparcando o abriendo una puerta, lo peor. Por eso la desconfianza es infinita cuando hay incidentes con ellos, y los tejemanejes de los seguros tremendos. Mi experiencia ha sido siempre que no se trata de llevar razón sino de que te la den, que es una cosa muy diferente. 

Al mínimo golpe se llama a la policía, por la desconfianza que se tiene de todo el mundo. Y si no lo haces, como yo el otro día, tampoco te libras de lo mismo. En muchos casos los implicados se ponen de acuerdo entre sí, porque el causante del accidente teme que le suba mucho el seguro, y al no darse el parte, lo evita. A mí me dieron hace una semana y me propusieron eso, y como la suma que sugerí le pareció elevada a la señora conductora de la furgoneta que se llevó la aleta de mi coche que estaba bien aparcadito, al final su desconfianza la pagará por lo menos cuatro veces más. El perito de su seguro ha visto en mi coche daños que yo no vi, así que fiesta. 

Pero el proceso después es terrible: llamadas y llamadas, papeleos, idas y venidas al taller, y todo esto para arreglar todos los papeles y concertar citas. El arreglo está todavía por venir. Los berrinches sin embargo ya llegaron y pasaron. Y al final me queda la sensación de que vivimos peligrosamente por las calles, y llevo un tiempo observando que cada vez ocurren más accidentes en ciudad. Creo que la gente va demasiado desconcentrada por ir pendiente del móvil, o incluso llamando con el teléfono a la oreja, cuando está prohibido. 

Y mientras tanto los seguros y los talleres se forran y los demás somos meros extras. 

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