Con los robos mejoraron sus salarios durante años considerablemente y se agenciaron unos 600.000 € entre 2005 y 2010. Nadie se dio cuenta hasta que a la dirección del cementerio se percató de que en comparación con otros cementerios, apenas salía oro de las muelas de los muertos. Normalemrnte lo extraen, lo derriten y lo venden y el dinero ingresado se dona a ONGs. Así que la dirección puso cámaras y de descubrió el pastel.
Probablemente los ladrones de empastes estaban demasiado seguros de que no les pillaría. Demasiado fácil robar a un muerto, o a cientos...
Pero hay que ser vil para hacer algo así. El ingenio de la gente está siempre al acecho, pero no me digan que la ocurrencia no es espeluznante. ¡Fíate tú hasta estando ya muerto de nadie! Habrá que estar alerta hasta en la otra vida.
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