Durante mucho tiempo me he cabreado mucho por no tener tiempo para mí, para leer con desenfreno o simplemente para tirarme en el sofá toda una tarde y aburrirme, o ver todas esas series que quiero ver, o todas esas películas que tengo pendientes. Pero desde que aterricé de lleno en mi nueva vida, tras una caída como si la hubiese realizado en paracaídas, oyendo por todos lados comentarios que trataban de disuadirme de tirarme del avión en pleno vuelo, tengo los pies en el suelo más que nunca y he aprendido a saborear todo lo bueno, bien consciente de que quien no arriesga y se conforma con ser infeliz vive más peligrosamente aún, pese a lo que te digan.
Por eso, por muchas cuchillas que haya, muchos africanos seguirán saltando la valla de Melilla. Por mucho que muchos contemos que en Alemania no es oro todo lo que reluce, seguirán viniendo muchos, o por mucho que pensemos que estamos bien, siempre pensaremos que podríamos vivir mejor. Cada uno tiene lo suyo, y cada uno se puede quejar de lo que le afecta. No soporto cuando la gente se piensa que los demás no tienen derecho a quejarse, o no tiene derecho a coger las maletas e irse o saltar la valla o lo que sea. Lo importante es saber lo que hay detrás, o allí o allá, y el resto es o ingenuidad o engaño.
Pero no nos autoengañemos. Se ha hablado mucho estas últimas semanas sobre la situación de los inmigrantes que, tras no encontrar trabajo en Alemania durante seis meses, deberán volver. Y muchos en España han criticado la actitud de Alemania. Sin embargo recuerdo que Alemania no tiene cuchillas en la frontera y también es seguro que quien ha cotizado tiene derecho a cobrar el paro un tiempo. ¿Pero sin haber cotizado? Yo creo que no es nada tan escandaloso lo que han dicho los alemanes. Pero parece que hay que hacer siempre demagogia con estos temas según nos convenga. Para los demás la parte estrecha del embudo, y para nosotros la ancha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario