miércoles, 26 de febrero de 2014

Qué haríamos sin el imperfecto

Qué sería nuestra vida sin el imperfecto. Es lo que nos queda muchas veces pues el indefinido son las cosas buenas o las malas, los eventos memorables o los palos que nos llevamos. Lo malo es que mis alumnos no me creen cuando les digo que el imperfecto es algo maravilloso. Como no existe en alemán ni en muchas otras lenguas, se creen que no es necesario. Pero cómo expreso yo si no que en el verano de 1984 fui a Málaga y comí pescaíto frito, o que normalmente todos los veranos de mi infancia iba a Málaga y comía pescaíto. En alemán se diría todo con el mismo verbo, es decir, que todos los veranos "comí" pescaíto. El imperfecto son las torrijas que hacía nuestra madre o abuela en Semana Santa, o la tortilla que nos comíamos los domingos en el campo; es como era nuestro barrio y las personas que teníamos alrededor; eran aquellos inviernos que sabían a invierno y veranos que lo parecían más también; era la maestra tan bruta que teníamos o la vecina cascarrabias. Hoy explicaba todo esto a una chica que no terminaba de entenderme, pero cuando me contó que en las inminentes vacaciones escolares se va a esquiar al mismo sitio al que va con su familia desde que era pequeña, le dije: "Justo eso es el imperfecto", "los motivos por los que te gusta ir siempre al mismo sitio". Todas esas cosas que podría decir tras comenzar con un "cuando era pequeña", esas son las importantes, o "todos los inviernos". Ella me sonrió al irse y me dijo: "Cierto, ahora lo entiendo" y se fue contenta. 

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