miércoles, 25 de febrero de 2015

Y aun luchando

Si algo me permite mi trabajo es conocer a montones de personas. Unos pasan brevemente por mis clases, un semestre o dos, muchos dos o tres años, y otros llevan cinco años conmigo. A mis alumnos los veo más que a mi familia y a la mayoría de mis amigos, pues nos vemos todas las semanas a la misma hora. 

Algunos de ellos pasan sin pena ni gloria y se me olvida que estuvieron, otros están y dan tanto la lata que estoy deseando que dejen de venir, y algunos se convierten en personas muy queridas para mí, y compartimos muchas risas y momentos muy agradables que nos enseñan que aprender es un proceso que puede durar toda la vida si tú te entregas sin condiciones al empeño. A este último grupo pertenece una señora que ha fallecido hoy, y que nos deja un gran vacío en nuestra clase. Todavía vino varias veces en otoño, entre quimioterapias. No ha durado ni un año desde que le diagnosticaron el cáncer, y ella siempre ha estado llena de vida y ganas de luchar, hasta el final. Me pregunto por qué la vida cuesta tanto esfuerzo a veces: hasta para vivir hay que empeñarse, incluso cuando tu cuerpo te abandona. Y así se me ha ido hoy una alumna de lo más encantador que he tenido. Siempre amable, siempre abierta a aprender, receptiva y participativa, y ante todo una gran mujer, una señora de los pies a la cabeza. La voy a echar mucho de menos. Me alegra haberla conocido y haber tenido el privilegio de poderle enseñar algo. Yo de ella he aprendido cosas muchísimo más valiosas: que la dignidad ante tal jugarreta de la vida no nos la quita nadie, y que aunque perdamos, lo importante es poder decir "yo he luchado".

No hay comentarios:

Publicar un comentario