sábado, 14 de febrero de 2015

La practicidad de la vida

Los estudiantes de secundaria en Alemania tienen que hacer unas prácticas de tres semanas en empresas en noveno grado. Como todos las hacen a la vez, no es fácil encontrar un puesto y menos sin contactos. Las empresas o lugares de trabajo no matan por tener a un chico o chica de 14 ó 15 años que no les va a aportar nada, sino detener en su trabajo diario. Tampoco los institutos ayudan nada para encontrar lugares para las prácticas. Te dicen que son obligatorias pero allá se las apañen los chavales, es decir, los padres. Al final qué ocurre: si los chicos y chicas tienen iniciativa propia mandarán solicitudes y se romperán la cabeza sobre dónde hacerlas. Pero al final vendrán por carta muchas negativas y el crío acabará todo frustrado. Entonces los padres empezarán a elucubrar sobre a quién podrán pedirle el favor. Y efectivamente, así "saldrá" un lugar para las prácticas, como me pasó a mí. 

Ya pasaron las tres semanas y la experiencia ha sido muy positiva. No viene al caso dónde las ha hecho mi hija, pero dice haber aprendido mucho para el futuro. Pero con lo que yo, y seguro que más madres hemos sonreído, ha sido al oír comentarios como qué rollo estar todo el día en el mismo lugar, o que qué largo y aburrido ir todos los días en metro y volver. Y que qué agotamiento... En ese sentido el aprendidaje ha sido muy "práctico" para la vida. También para apreciar que ir al cole no es tan horrible...

La experiencia ha sido muy positiva en todos los aspectos y valoro que el sistema educativo alemán les exija no sólo teoría a los alumnos, pero como siempre en este país me queda la sensación de que todo recae en los padres, y de que al final, tanto en Alemania como en el resto en el mundo la vida se mueve por lo que aquí llaman "vitamina b", es decir, enchufe. Triste. Hasta eso ha sido parte de las prácticas...  

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