Por eso, ahora que estamos en otoño puedo afirmar haber tenido un verano decente, y eso es algo que no se puede decir aquí siempre, donde tener un verano que merezca su nombre es como que te toque la lotería.
He estado el fin de semana con maletas, así que como para no olvidarse del día que es. Esta vez no son para mí si no para mis hijas, que se van a sendos viajes con sus respectivas clases. Aquí los viajes no son de fin de curso sino de comienzo del mismo. Como todo está estudiado y pensado la idea es hacerlos al comienzo para unir a la clase y beneficiarse de los efectos de la cohesión el resto del curso. Una se fue ya hoy, a navegar en barco de vela en Holanda nada menos, toda la clase. Llevan un patrón que sabe, y los profesores y los alumnos van a aprender. Yo admiro el espíritu aventurero que tienen aquí los profesores, pues yo no me metería con 28 adolescentes 5 días en un barco, pero con estas cosas se ve la vocación de los profesores, no digan que no.
Es curioso cómo los tiempos cambian. La mayor preocupación de los adolescentes en estos viajes y, no se lo pierdan, de sus padres, según las preguntas hechas en la última reunión de comienzo de curso, es si hay enchufes suficientes para cargar los móviles en el barco. La pregunta es si en el barco tienen cobertura, pero eso parece darse por sentado. Al oír esto pensé en los pocos problemas que tiene la gente, Qué maravilla.
Creo que muchos de los males de hoy días los tenemos los padres, aunque a mí jamás se me ocurriría preguntar a los profesores si hay enchufes suficientes. Otra pregunta que han debido realizar muchos padres, a juzgar por el e-mail recibido el otro día y que nos mandó el profesor, es si habría suficientes chalecos salvavidas. Ufff, la preguntita se las trae, pero aseguro que a mí el asunto no se me había ni pasado por la cabeza puesto que son cosas que asumo que están resueltas. Pero la gente le da vueltas a todo. Por supuesto que los hay, explicó el profesor, calmando a los exaltados.
A mis hijas, como siempre, ante estos viajes les preocupan otros asuntos más banales: si la comida estará buena, que por qué narices hay que madrugar tanto esos días, si hará frío o lloverá mucho... Y a mí como madre sólo me cabe esperar que pasen los días sin contratiempos y que vuelvan sanas y contentas.
Que dé comienzo el otoño con todo lo que venga con él.
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