miércoles, 17 de septiembre de 2014

¡Qué apreturas!

Como ya no me cunde la vida como para contarla en el momento, la cuento a posteriori. El fin de semana pasado estuve en Holanda. Es otro país que me encanta simplemente por el hecho de que me encuentro a gusto en él porque he estado muchas veces. Viajar es maravilloso, pero volver a los mismos sitios más aún. El domingo estuve en unos pueblos al norne de Amsterdam y en uno de esos diques que unen dos provincias atravesando el mar, y caí en la cuenta que había estado ahí justo hacía 25 años nada menos. Estuve con 19 años y ahora con 45. Que se nos pasa la vida me quedó clarísimo. 

A Amsterdam he ido más veces que dedos tengo en la mano y necesito hasta los de los pies para contar, y mis conclusiones son siempre las mismas. Será una ciudad muy turística, pero merece la pena. A pesar del folclore holandés que busca todo el mundo en ella, tipo "bulbos de flores-tulipanes-canales-koffieshops-prostitución-bicicletas" es posible todavía tener la sensación de que estás en un lugar auténtico. Me explico: cada vez veo más lugares que se están convirtiendo en parques temáticos, y que son iguales en todo el mundo, con esa mezcla de tiendas de recuerdos baratos, pubs de estilo inglés, y el mismo estilillo de turismo que busca clichés.

Maravillosa ciudad Amsterdam, y qué vida tiene. Reconozco que salí algo estresada por tanta bici y el timbre de las mismas, que oyes por todas partes. Es más, como peatón te sientes cuerpo extraño pues la ciudad les pertenece a los que pedalean. Y algo que me ha sorprendido más que otras veces es lo llena que está el agua. Antes, hacías una visita en barco por los canales en los barcos típicos para turistas, y no había tanta densidad de población en el agua como ahora. Pero el otro día los canales parecían la operación salida por fin de semana, con barcas y barquitos de todos los tamaños, con gente navegando en todas direcciones. No sé cuánta gente había en el agua y cuánta a la vez montada en bicicleta. El resto paseaba por la calle sorteando bicis y tranvías asesinos. Y otros miles estarían en los museos, que no vi esta vez, o en esos mercados callejeros tan coloridos que hay.

Las autopistas del país están colapsadas también, y los que no están en Amsterdam están llegando o saliendo de la ciudad o por el aeropuerto o por la estación central, también ambos con riadas de gente. En conclusión, Holanda está desbordada. Es el país con mayor densidad de población de Europa y uno de los más densamente poblados del mundo. A cada kilómetro cuadrado le corresponden 488 personas. Esa es la media, y aseguro que a veces hay más. Tiene una extensión como la de Extremadura pero con 16,5 millones de habitantes. Y eso que el 18% del territorio del país es agua. Pero por eso la llenan de gente también. 

Ayer oí en la radio que acababa de ocurrir en una autopista holandesa un accidente en cadena en el que se vieron involucrados 150 vehículos. No me sorprendió la noticia pues las autopistas dan claustrofobia también. Hubo dos muertos y docenas de heridos. El saldo es muy trágico pero podía haber sido peor, teniendo en cuenta la cantidad de vehículos que circulan a todas horas por todas partes. 

Pero es que luego hay que pensar en todos los holandeses que están de vacaciones, ya que en cualquier parte nos toparemos con ellos. Creo que establecen turnos de salida, para que baje un poco tanta apretura. Curioso país y curiosa su gente, tan prácticos en su forma de ver la vida y en aprovechar sus recursos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario