lunes, 22 de diciembre de 2014

Una de cien mil o un millón

Hoy daban 100 % de lluvia para Hamburgo y no ha faltado ni un solo por ciento. Han caído todos, gota a gota, lo certifico. Llevamos unos días en los que no para de llover, y la probabilidad de Navidades blancas, que es lo que aquí desea todo el mundo menos yo, es cero. Otra cifra del día de hoy era la probabilidad de que le toque a uno la lotería, una entre cien mil, por las cien mil bolas del bombo de los números. A mí no me ha tocado y eso que llevaba dos probabilidades. También era mínima la probabilidad de que una infanta de España fuese al banquillo, pues nacen con todos los privilegios, y solo tienen que comportarse decentemente para vivir de la sopa boba toda la vida sin mover ni un dedo, pero ella ha jugado todas las papeletas así que le tenía que tocar. Es como la probabilidad que tengo yo de ponerme mala en vacaciones. Suele ocurrir: estadística demostrada. Es acercarse el asueto, y caigo, justo antes o en ellas. Y no sé por qué pero me parece que se está muriendo este final de año demasiada gente importante. Los otros se mueren también, pero los importantes llaman más la atención, y el número es alto. Ayer se murió de sopetón Udo Jürgens, un cantante alemán que era de lo más conocido, alguien tipo Raphael. Tenía 80 años y seguía en activo. Terminaba siempre sus conciertos al piano con un albornoz puesto, tras haber pasado por el camerino antes de los bises. La probabilidad de morirse con 80 años es mayor que siendo más joven, pero la noticia fue un susto prenavideño ayer para los alemanes, y el periódico Bild titulaba hoy "Merci, Udo Jürgens". Y ahora acabo de ver que se ha muerto Joe Cocker. No es que fuese fan suya, pero tiene canciones legendarias, como el "You can leave your hat on", y se suma a la lista de los que se van antes de que termine el año, como el famosísimo escritor alemán Sigfried Lenz o Ralph Giordano, que sufrió el Holocausto y escribió de ello en una novela muy asociada a Hamburgo.

Y se acerca la Navidad. Los mercadillos alemanes siguen hasta arriba de gente, las tiendas igual. Todos los años pienso estos días en lo invisibles que son en esta época los que no pueden gastar nada. El desenfreno es tal, que supongo que los que lo pasan mal, se retiran, porque en Alemania los que no tienen nada estos días deben sentir que les toman el pelo. Ser pobre y pasarlo mal es siempre horrible. Si encima vives en un país rico debes pensar que por qué te ha tocado a ti. La gente consume estos dás como si se fuese a terminar el mundo cada 24 de diciembre a los pies del árbol de Navidad abriendo regalos. Lo que las estadísticas avalan es que los alemanes prefieren ese día abrir regalos y currar poco en la cocina. Un 36 % toma el plato estrella: salchichas con ensalada de patata. El 27 % toma ave: pato, ganso o pavo. Y lo que come el restante no lo dice la estadística que encontré el otro día. Yo por variar me salgo de la estadística y como cordero, algo nada típico por estas fechas aquí si no en Pascua. Pero es que lo de las probabilidades ya sabemos como funciona. Te las dicta la suerte o lo que tú hagas con ella.

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