jueves, 11 de diciembre de 2014

La necesidad de los pinchos

Es muy duro darte cuenta de lo que va la vida, pero seguramente cuanto antes mejor. Mi hija pequeña lleva en poco tiempo dos experiencias por las que yo he sufrido como madre al tener que explicarle que eso es la vida misma. El coraje a veces no es recompensado y lo único que queda es la sensación de que al menos has luchado, aunque tú personalmente pierdas. 

Una de ellas es que en la asignatura de teatro del insti, que este semestre es obligatoria, han estado durante semanas haciendo una obra de teatro de lo más extraña. Digamos que el profesor es raro, y no voy a entrar en detalles pues lo último que soy es homófoba, pero resumo en que la obra tenía algunos puntos desagradables para críos de 11 años. El profesor ante la desgana y crítica de los alumnos alegaba que con ellos es imposible hacer nada serio. Los ensayos debían de ser un pitorreo, y mi hija, que lo ha pasado fatal durante semanas, un día escribió una carta de su puño y letra al profesor explicándole que era muy injusto que, porque unos gamberros no se tomasen nada en serio, él creyese que otros no quisiesen hacer una buena obra de teatro y que eso que estaban ensayando no le gustaba a nadie y que por eso no estaban motivados y algunos se dedicaban a boicotear todo.

Estuvimos hablando un fin de semana de los riesgos de darle la carta. Y ella me decía que si no hacía nada se sentiría peor. Al final consiguió las firmas de otros y liderando un pequeño grupo (algunos de los que firmaron no se atrevieron a dar la cara), ella y otros se dirigierin al comienzo de la clase al profesor y ella le entregó la carta. El enfado de éste fue instantáneo, y los reproches continuaron. Pero una semana después de repente apareció con la idea de hacer "La bella durmiente". Yo felicité a mi hija, pero ella estaba totalmente dolida pues a la hora de repartir los papeles a ella no le tocó nada, salvo hacer de pincho de rosa en el entramado que le hace de barrera al príncipe, lo que significa no abrir la boca y salir sólo en ese momento. Algunos de los que firmaron pero no dieron la cara han obtenido buenos papeles.

Y ahí vino mi "momento madre apaleada de la vida" y le expliqué que eso es lo normal. Que ella arriesgó y ganó para todo el grupo, pero perdió para sí misma, por exponerse más y que así, justo así es la vida: unos dan la cara y se llevan los palos y al final el beneficio es para otros.  Es triste que así sea, pero no por eso hay que dejar de luchar. Los pinchos son también importantes. Por qué si no algo tan bello como las rosas los tienen. Para algo tienen que servir.

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