viernes, 26 de diciembre de 2014

Navidades con brío

La Navidad es ese período de tiempo en el que puede llover ininterrumpidamente durante 6 días. hoy ha parado, y con ello se han desplomado las temperaturas. A mí todo esto hoy apenas me afecta, porque ando haciendo maletas. Creo que la única manera de descansar en estas fechas de paz y amor es largarse. Yo todos los años caigo en la trampa los días antes y me imagino que no voy a hacer nada y que voy a tener mucho tiempo para mí. Pero llega la Nochebuena y la Navidad y trabajo igual o más que otros días. Que se lo pregunten a todas las personas, normalmente mujeres aunque en algunos hogares espero que sean los hombres, a todos aquellos que sacan adelante el cordero o el pavo, y confirmarán que la Nochebuena y la Navidad para son los que van a mesa puesta. El resto curra, para que todos los demás disfruten de la Navidad. 

Supongo que a mucha gente le pasará lo mismo. Días así los llenas de expectativas al creerte que serán especiales, porque así nos lo vende el comercio y todo el machaque de paz y amor las semanas antes en prensa y televisión, y luego resultan ser días de lo más normales, salvo por la mesa llena de viandas exquisitas, menos habituales todas juntas, pero de la misma manera te las tienes que comer con el cuñada o cuñado de turno y creerte que como estos días no estás nunca. No, cierto, en muchos casos estás hasta mejor. 

Por eso, desde que mi Navidad ha quedado reducida a "las bases", tan sólo me cabreo porque se pasan sin haber descansado, pero por suerte por nada más, porque disfrutar lo hago, al ver a los míos contentos. Quizá por eso en Alemania el día 26 es también fiesta, para quizá así lograr sentarte delante de la velita y contemplar el árbol. El nuestro pasará el resto de las vacaciones solo. Cuando volvamos no sé si los adornos seguirán colgados con brío o estarán desfalleciendo junto con las ramas del abeto al perder las agujas. No se me olvidará una Navidad en la que estando yo en el comedor de repente un estruendo horrible me hizo no querer ni siquiera mirar lo que había pasado. El árbol no debía estar bien enganchado en la base y volcó. Se me rompieron montones de adornos y desde entonces coloco el árbol con miedo a una tragedia así, porque en aquel momento me pareció una hecatombe. Por suerte, reflexioné, y corroboré que era algo meramente anecdótico y que las verdaderas tragedias son otras. 

Sin embargo deseo a todo el mundo que sus árboles se mantengan, los de verdad o los imaginarios y que estos últimos días del año nos lleven a otro mejor aún y que tengamos fuerzas para luchar contra los imprevistos, alegría para disfrutar de todo lo bueno que nos rodea, y amor de y para los nuestros. Y salud, que eso no es ningún tópico. Felices fiestas a todos.

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