Anoche lloré con el final de una serie que he seguido con mis hijas durante casi dos años. No he visto todos los episodios, aunque ellas sí, pero la serie se podía seguir perfectamente aún perdiéndose la mitad de los episodios, y ver algunos o escribiendo posts o leyendo el periódico. La famosa "How I met your mother" va de un padre que les cuenta a sus hijos adolescentes cómo conoció a su madre. Durante nueve temporadas la serie se prolonga hasta el infinito y no es hasta el final que se sabe quién es la madre. Pero el desenlace es más sorprendente que saber el "pequeño detalle" al que quería llegar la serie desde el primer día. Yo lloré lo mío como habrán hecho otros millones de seguidores de la serie. Muchos estaban decepcionados de que no fuera un final feliz. No voy a desvelar lo que ocurre porque así el que quiera verlo se sorprenderá como yo y muchos más, ya que no me lo esperaba. Pero la vida da tantas vueltas que al final hasta lo que parece justicia es una injusticia. Y algunos finales felices son a base de haber llorado más de lo necesario, y ya no se sabe si ha merecido la pena o no. En fin, que son formas diferentes de llegar ya no se sabe ni adónde.
Y hoy, pese a lo esperado no he llorado al volver a ver "Saving Mr. Banks". Cuando vi esta película en el cine el invierno pasado lloré muchísimo. La película, basada en hechos reales sobre cómo se rodó Mary Poppins, me tocó la fibra sensible. Hoy no he llorado, quizá porque me acordaba a la perfección. Para los que, como yo, hayan visto la película de "Mary Poppins" varias veces, "Saving Mr. Banks" explica muchas cosas de la historia que todos conocemos: busca paralelismos entre la obra de la autora del libro en el que se basa la película, Pamela Travers, y su vida. No podemos saber lo que es verdad y lo que no, pero sí que explica cómo Mr. Banks, el padre de los niños protagonistas que sin querer contrata a Mary Poppins como institutriz, se salva al final por sus hijos o lo que es lo mismo gracias a la influencia y el trabajo de Mary Poppins. El padre de la autora no se salvó en la vida real pero en la ficción sí, y ese dolor es lo que trasluce a lo largo de la película sobre la película.
Es lo bueno del arte, en la representación que sea, escrita o visual. Sin él la vida sería mucho más cruel (aún).
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