miércoles, 5 de noviembre de 2014

La vida supera a la vida

Anoche me acosté compungida. Vi un programa en la tele que me conmovió muchísimo. Es un programa semanal que lleva 20 años en audiencia en la televisión alemana. El nombre indica lo humano que es el programa: 37 grados, como la temperatura del cuerpo.  Cada semana tratan un tema diferente, presentado por propios implicados, sobre situaciones de la vida. Tocan los temas con una sensibilidad excepcional, sin sensacionalismos, siempre con el tono adecuado, y empezar a verlo es quedarse pegado a la televión durante la media hora que dura. 

Ayer el programa iba sobre lo que supone estar en el sitio inadecuado en el momento inadecuado y perder la vida por eso. Salieron dos casos de accidentes de coche en los que dos personas perdieron la vida en sendos accidentes con apenas veintipocos años. Una chica recién casada iba en la autopista cuando un borracho le vino en dirección contraria y chocó con ella matándola. El borracho sobrevivió y fue condenado a 4 años de cárcel. Más años lleva ya muerta la chica y la familia hablaba de que no es verdad que el tiempo lo cure todo. Que hay que acostumbrarse a vivir con la tragedia que te ha destrozado la vida pero que no se cura el dolor. 

El otro caso era el de un estudiante que volvía a casa por Navidad. Un día de antes de Nochebuena. con los típicos hielos que se forman aquí a veces en las carreteras en invierno, su coche patinó y salió despedido sin que se pudiera hacer con él. La mala fortuna quiso que fuese a chocar con el único árbol que había en kilómetros, pues un poquito más allá se hubiese quedado parado en medio del campo. Los pobres padres seguían atormentados 10 años después del accidente, echándose la culpa de no haberle prevenido de que había heladas, puesto que lo habían oído en la radio, como si ellos lo hubiesen podido prevenir.

Historias así nos recuerdan lo efímera que es la vida. Lo sabemos, pero se nos olvida. 


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