Como todo estaba planificado hace tiempo, me encuentro en la segunda parte de mis vacaciones, las que son más "productivas". Hoy he vuelto a desempolvar mis libros de francés y a ponerme del "otro lado". Vuelvo a ser alumna, para que no se me olvide lo que es ser eso, y no demandar demasiado como profe. El primer día ha hecho que me salga humo de la cabeza, pero como últimamente he visto montones de veces en la prensa y redes sociales que el aprendizaje de idiomas atrasa o evita el alzheimer, hago lo que puedo y más.
Hoy me he dado cuenta de cómo, unos años después, mis necesidades de vocabulario francés son otras que hace unos años. Las fases de tu vida te dictan el vocabulario que necesitas. Y magullada físicamente y curadas las heridas mentales, mi evolución es palpable al verme en el mismo entorno en el que viví hasta hace 7 años. Las vueltas que ha dado mi vida en ese tiempo, y en menos aún.
Para mí el verano es la mejor época, por la luz, la vida que hay en las calles, la energía para hacer cosas, la posibilidad de descansar, de hacer cosas que no haces el resto del año. En fin, la soportable levedad del ser.
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