miércoles, 20 de agosto de 2014

No somos nadie

Hoy he pasado por el banco a hacer unos extractos de cuenta, algo pendiente al vover de vacaciones. Las dos máquinas estaban ocupadas y en las dos ha sucedido lo mismo: las personas han cogido los extractos recién imprimidos y han estado un rato en silencio mirándolos, delante de la máquina y sin moverse. Uno era un chico joven, y los otros una madre con si hijo. El chico ha leído todo con tranquilidad y hasta ha hecho gestos y muecas que parecían decir "ah, claro", "cierto, vaya, eso también", "ay, de esto no me acordaba". Yo me estaba impacientando pues el análisis lo podían hacer separándose un poco de la máquina y dejándome a mí introducir mi tarjeta, pero no. El caso es que a continuación caí en la cuenta que la vuelta de las vacaciones es un buen momento para hacer un minuto de silencio, o dos..., por tu cuenta bancaria, y exclamar "no somos nadie".

Pero justo por eso regresamos todos a casa y volvemos "arrepentidos" al trabajo, tras tanto descanso o gasto extra, y para poder volver repetir el año que viene. 

Mis hijas también han vuelto de su viaje en EE.UU., encantadas. Para rememorar sitios que han visto y que aguantasen un poco el sueño por el cambio de hora, sugerí ver la peli de Pretty Woman, un filme que demuestra que el dinero quizá no dé la felicidad, pero no se vive nada mal con él. Yo la he visto varias veces y hoy me gustó como el primer día, quizá porque era la primera vez de mis hijas y resulta muy entretenido y encima tiene final feliz, como en los cuentos. 

¡Ay los cuentos, qué daño hacen al mundo! En la vida real no te encuentras con el millonario que se enamora de ti, sino que sacas el extracto de cuenta al volver de vacaciones, a final de mes o a la mitad y exclamas "no somos nadie". Al personaje de la peli se le cumple su sueño y su caballero viene a salvarla a la torre. El resto de los humanos normales tiene que seguir currando y, como se dice hoy día, encima sentirse afortunado por tener trabajo. Amén. Feliz rentrée a los que nos toca. ¡Cuántos más pasarán mañana por el cajero!, pienso ahora. 

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