Desde ayer es verano. Aquí no se aprecia en las temperaturas pero sí en la claridad del solsticio de verano y por las fresas. Por eso hoy hemos ido a coger unas cuantas: 4.400 gr. nada menos. Y las que nos hemos comido, y esas no cuentan porque tendrían que pesarnos a todos los recolectores.
A mí estos días tan largos de luz me ponen algo melancólica, por lo mucho que me acuerdo de ellos cuando estamos en las tinieblas del invierno, y en eso pienso ahora, pues desde hoy los días empiezan a ser más cortos otra vez.
Hay que disfrutar el momento, lo sé, pero hemos llegado a este punto del año sin darnos cuenta, metidos como estamos en la rutina diaria. Es fin de curso, aunque aquí nos queden dos semanas y media de cole. Pero el verano ya está aquí. Aquí al menos, si no nos lo dicen las temperaturas, nos lo recuerdan las fresas y las maravillosas frutas del bosque que tenemos en estas latitudes de veranos descafeinados, y que son una cierta compensación.
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