miércoles, 14 de mayo de 2014

El peligro de aplaudir

Acabo de ver la película "Réquiem por un campesino español", basada en la novela del mismo nombre de Ramón J. Sénder. La añado a la colección de películas sobre la España profunda que estoy viendo en los últimos meses recuperando de las estanterías de la biblioteca todas aquellas que no vi en su momento.

Lo que veo en esta y en otras es que está todo ahí, en películas y en la literatura: el retraso en todos los niveles que lleva España por haber estado sumida durante décadas en el odio de las dos Españas, fomentado por el poder de una iglesia que estaba al lado de los opresores, y la tiranía de los mismos en todos los niveles, económico, político y social. La iglesia predicaba resignación a todos los males argumentando que lo importante era la riqueza espiritual. 

Volviendo a la película, el cura que delata a Paco a las autoridades tiene remordimientos y recuerda antes del réquiem por el muerto los momentos de la vida del delatado y desdichado campesino. La película es desgarradora, y con esta y otras no puedo dejar en pensar en lo que debió ser vivir así durante esas décadas. 

Esta mañana, al abrir el periódico en internet, me he encontrado la noticia de la muerte de la concejala leonesa y me ha producido estupor. Luego a lo largo del día se han sumado voces críticas en las redes sociales informando de qué pieza era. Aunque lo fuese, me parece vil en estos momentos hacer gala de esos comentarios. El crimen no deja de ser horrible y a mí me da muy mala espina que la crispación y el odio hayan llegado a tales extremos, de matar y aplaudir asesinatos. Podemos coger todos escopetas y liarnos a tiros. No sería la primera vez, ¿no?

Que haya ocurrido un crimen así me parece muy preocupante, pero que se empiece a analizar si se lo merecía o no me lo parece aún más. La justicia moral destroza tanto como la (in)justicia de siempre. Siempre habrá alguien que justifique cada hecho, pero no hay que dejarse manipular por doctrinas que quieren dárnoslo todo masticadito, como si no pudiéramos pensar, tanto unos como los otros. Esos todos, igual de qué signo, me siguen dando mucho miedo, en películas y en la vida real.

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