miércoles, 9 de septiembre de 2015

Invisible

No es fácil ser visible tras haber sido invisible mucho tiempo. Es como me siento yo ahora. Tengo la sensación de que durante muchos años he sido invisible. He tenido mi lugar en el mundo, pero ahora resulta que no era el real. He estado sin estar. He sido sin ser. Grandes paradojas.

Es el sino de las mujeres y eso que no vivimos en países en las que ellas no valen nada. Pero incluso en mundos modernos, somos en muchas cosas añadidos. Pero hete aquí que un día emprendes tu vida tú sola. Te llevarás muchos chascos al ver que en muchas cosas no contabas. Has conducido durante veintitantos años, pero como hasta hace dos no tenías ningún coche a tu nombre, para el seguro eres una conductora novel, y como tal te hacen pagar. Nada del pasado cuenta, ni la experiencia ni los puntos por no haber tenido accidentes.

En mi próxima vida pienso ser listísima, lo tengo clarísimo. Me adelantaré a todo movimiento que me haga supeditarme y las veré venir. Es una lástima que no sepamos todo esto en nuestra primera vida, y haya que esperar al futuro para dejar de ser invisible. El problema de la invisibilidad es que nos lo han vendido tan bien, que no lo vemos, pues viene encubierto en todos los ámbitos. Parecemos algo, pero no lo somos, logramos cosas, pero retrocedemos a la vez sin darnos cuenta. Somos videntes ciegas. Y los palos nos los dan cuando se nos pasa la ceguera en la que nos meten con nuestro consentimiento que viene dado simplemente porque siempre se han hecho las cosas así y es lo normal.

Pero es que lo normal es sólo beneficioso para los visibles. Los invisibles pagarán doble, en todos los sentidos.

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