sábado, 20 de febrero de 2016

No se hacen mayores: se creen mayores

Qué fácil lo teníamos los jóvenes de antes. En mi generación y peor aún para las anteriores, la droga fue un peligro muy real, que se llevó muchas vidas por delante en muchas barriadas, dejando a familias destrozadas para siempre, y vidas demasiado jóvenes truncadas por no haber sabido decir que no en su momento.

Pero el resto éramos unos pardillos que nos conformábamos con comprarnos unas pipas y comérnoslas en un banco del parque, o dábamos paseos con nuestro primer amor, por no tener ni un duro ni para una coca cola, y eso que nunca nos faltó de nada.

Hoy día los adolescentes viven como si se fuese a acabar el mundo ya mismo y tuvieran que experimentar todo de golpe, como si tuvieran que darse prisa por cumplir sueños. Viven como si no hubiese mañana. Hacen planes al igual que los deshacen: he quedado con fulanita; ah, no, que ya no, que ahora voy a una fiesta; ah, tampoco, que la fiesta es solo para los conocidos de verdad, porque si no, se les sale de madre; que ahora viene una amiga a dormir; ah, que ya no puede; que he quedado a desayunar y luego miramos tiendas; que por la tarde nos juntamos en casa de una amiga unos cuantos. Y porque no se ha inventado la posibilidad de estar en todos esos sitios a la vez, que si no... Y encima tu madre no te comprende, y te mira sorprendida cuando le dices que te estás perdiendo algo.

Y para eso los nuevos medios no ayudan nada. Antes quedábamos, y si alguien fallaba, pues ya estaba. Hoy día quedan y "desquedan" por whatsapp con retahílas de comentarios de que si yo sí puedo o yo no. Se lanzan multitud de ideas los unos a los otros sobre lo que pueden hacer y están preparados en modo catapulta para que en cuanto alguien proponga un plan, salir disparado estilo bomba y caer en el plan que sea.

Pero yo no les envidio a los jóvenes de hoy día. Viven sin saber deterse a aburrirse, como hacíamos nosotros. Yo recuerdo días de vacaciones anodinos, pero ahora pienso que la tranquilidad que teníamos no la tienen hoy día. Se pueden hacer tantas cosas que de pensar estar tranquilos en casa les da un repelús. Y nosotros nos conformábamos con soñar.

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