lunes, 22 de junio de 2015

Qué triste

Hoy ha comenzado el verano y ahora mismo llueve. Ha sido el día más largo del año y ahora volvemos a las andadas, es decir al tiempo que es peor tiempo que el ya malo. En España han empezado las vacaciones escolares, han abierto las piscinas y muchos estarán ya en la playa o a punto de irse a lo largo de las próximas semanas. Aquí nos queda un mesecito de clase por lo que las vacaciones todavía nos caen algo lejos, aunque ya se acercan y proporcionalmente las ganas de largarme y dejar atrás el ausente verano de este año.

Hoy mi hija y el hijo de una amiga (española) se lo han pasado pipa poniéndole por whatsapp a sendos amigos que, debido al penterre que les había dado a sus respectivas madres (españolas) a causa del clima, nos habíamos largado hoy mismo al aeropuerto a buscar un vuelo de última hora y que ya estábamos en España, donde nos quedaríamos una semana. Los amigos se creyeron la trola, algo comprensible, porque sé que los españoles que vivimos aquí les damos pena a los alemanes. Es lo mismo que yo siento por los españoles de Canarias. Si algún español que soporta este mismo clima que yo me dice que es de Burgos, no es lo mismo que si me dice que es de Tenerife. Por este último siento una pena inmensa. Por el otro empatía y solidaridad.

Y la demanda del español sigue creciendo. Las cifras dicen que cada vez hay más estudiantes de castellano, una buena noticia para los que trabajamos en esto. Y no me extraña. Si yo fuera alemana, aprendería español, sin dudarlo. Ah, que soy también alemana. El caso es que estoy atrapada igual, en veranos de a 17° C de máxima y 8°C de mínima. Por eso odio tanto el solsticio de verano, porque mañana encima nos empiezan a robar la luz, que es lo único seguro que tenemos cada año por estas fechas. El resto son solo un calendario, y aviones que llevan a alemanes al sol, y de vuelta.

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