viernes, 9 de septiembre de 2016

La comida (no) rápida

Bélgica es ese país en el que la comida rápida pierde su nombre. Es cómida, pero de rápida nada. Todo lleva su tiempo en ese país. En agosto he tenido la ocasión de de pasar un par de semanas allí y he pensado a menudo en la frase que abre este post. Al menos en eso Bélgica no ha perdido su esencia, porque en otros aspectos sí. Parece que habrá que acostumbrarse a ver soldados con metralletas por las calles. No me sorprende verlos a la puerta de los edificios de la Unión Europea, pero sí entrar en un vagón de metro y toparme con dos, metralleta en mano, y ponerte a su lado como si nada. Será lo normal. O el futuro. O el presente ya futuro.

Pero volviendo a la comida rápida, en Bélgica he llegado a esperar media hora por unas patatas fritas. Yo y otros muchos más, y con hambre y a las tantas de la noche. Tienen una cierta parsimonia al hacer las cosas que si vienes de territorios más "nerviosos" como Alemania o España, acabarás por perder la paciencia y ya de paso pedirte algo lento de verdad y con servilleta y mantel. 

Y así es de entender que a veces, bajo comida rápida sirvan pescado recién hecho von copas de cristal de vino, o crepes hechos uno a uno sin importar la cola y que haya dos fogones y no uno. Para qué hacer dos a la vez pudiendo hacer uno tranquilamente sin estresarse. Y sin embargo nadie pierde la paciencia, todos aguardan tranquilamente. 

Hoy vuelvo de nuevo, y volveré a ver soldados y coches blindados. Pediré comida "rápida" y en unos instantes sabré que estoy en Bélgica otra vez. Y sin embargo me sigue pareciendo un país encantador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario