El mío principal durante todo mi invierno hamburgués es pasar calor, sudar, ponerme vestidos, sandalias e ir sin chaqueta. Eso ya es para mí verano y vacaciones. Y este año ya he cumplido, y más cuando en el territorio en el que vivo todo el año, ha hecho frío y ha llovido mucho.
Y también ansío ver color, pues donde vivo todo parece sumergido en un filtro de gris o blanco. Por ese me llevo muchos colores en mi mente: los del mar, los diferentes azules del cielo, los colores de la fruta que sabe a fruta, los de los maricos y pescados, el del gazpacho, los de los atardeceres en Huelva, los de Doñana, los de las casas blancas andaluzas brillando al sol, el del café con hielo, los de las terrazas de verano, los de las gafas de sol, los de las sombrillas, los de las piscinas, y los miles de colores que tiene España en verano, allá donde quieras que vayas.